En el aeropuerto de Barajas, esperando el vuelo por el que han pagado 800 euros con escala Madrid, Caracas, Bogotá -Quito, aguardaba el ecuatoriano Ángel Brito y  su sobrina Sandra.

Llegaron a las 09h00, para tomar el avión a las 11h00, pero le dijeron que está retrasado y que saldrá a las 15h00. Ángel sujeta en sus manos un Divino Niño, es encargo de su hermano indocumentado que también vive en España, para que lo entregue en el pueblo de San Simón, en la provincia de Bolívar.

Cuatro años han pasado desde que dejó a su familia. A su esposa y a sus hijas menores las trajo durante dos años, pero se regresaron porque sus hijos mayores deambulaban de casa en casa en Ecuador sin tener un hogar fijo.

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Una sensación de miedo y alegría invade los ojos de este ambateño que retorna a su país a pasar la Navidad. Treinta días tendrá para arreglar sus documentos en las oficinas del consulado español en Quito, para entregar al Divino Niño y para su propósito principal: recobrar el cariño de sus hijos. “No sé cómo me verán, si como un padre o como un extraño. Es que sé que he perdido su cariño, los siento distantes”, dice a punto de embarcarse al avión que lo llevará a la tierra.

Pequeños bolsos llenos de regalos reposan a su lado. Presentes para su esposa y sus cuatro hijos. Dice que ha recorrido las calles de su barrio, Cuatro Caminos, buscando algo para regalarles a los niños que cuando emigró tenían 14, 10, 2 años y la última pocos meses.

Desde hace tres años ha rotado de empresa en empresa trabajando como albañil.
Recientemente consiguió un empleo fijo en el que reúne 1.200 euros al mes, sueldo que se lo ha ganado a pulso, que ha incluido soportar veranos de 40 grados, inviernos de cero grados y feriados. “Hay jefes que piensan que un ecuatoriano o un inmigrante es un burro de carga que trabaja con agua, con lluvia, con sol; por eso me pagan, si no me mandan a la calle”.

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Para ir a Ecuador en esta Navidad Ángel ha renunciado a su trabajo. Se irá al “paro” y recibirá el sueldo que les pagan a los desempleados que han aportado al Instituto Nacional de Empleo Español. Regresará a buscar otro puesto, a conseguir una oferta de trabajo para su esposa y para su hija mayor y a esperar obtener la doble nacionalidad para reagrupar a su familia. “Ahora voy a dedicarme a mi familia. Voy a ser el mejor padre. Tengo fe que todo saldrá bien porque en una parte venimos a hacer dinero para sostener a la familia y por otra perdemos el cariño de ellos”.

 

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