Qué tristeza, al estudiar Historia Universal, cuando aprendimos que las hordas de salvajes bárbaros invadieron el Imperio y destrozaron cuanto en pie había. En pocos días se acabó con siglos de civilización. ¡Qué coincidencia!
Bueno, coincidencia exacta no, pero coincidencia al fin. No es que haya habido antes mucha cultura ni florecimiento, aunque sí había Imperio. No es la pena por la pérdida de la civilización pasada. Es por la incivilización extrema a futuro.

Forrest Gump fue un ser un tanto primitivo, limitado mentalmente, que estuvo en el momento correcto, en el sitio correcto, siendo partícipe así de los eventos más importantes de su época, teniendo tara tal, que de esto no se dio cuenta. Solo disfrutó el momento como niño.
Coincidencias. La diferencia es que Forrest Gump era sublime espiritualmente.

Un político  recibe su sueldo en efectivo, quizá en billetes de uno, y se esconde para contarlo. Y es criticado. ¡Qué mal! Todos sus pares deberían actuar así. Deberían morirse de vergüenza y esconderse cuando reciben el sueldo.

¡Qué paradoja! A un villorrio, en el que sus problemas son el alcantarillado, las aguas servidas y el hampa, le toca que contra él arremeta una larga lista de elementos salidos de estos humores, por cualquier excusa. Se prepara, según dicen, la negación a firmar un convenio acordado hace más de un año que ahora lo dejaría sin salud.

Ahora sí, hablemos del Ecuador y dejémonos de divagar sobre otros lares y otros momentos. El Gobierno pasado también tuvo en agenda una reforma política, que incluía autonomía. Además, dos de sus hombres fuertes eran autonomistas conocedores. Tanto, que escribieron propuestas y juraron la causa. Y la consulta popular la pararon justamente ellos con la ayuda de algunos burócratas, dos o tres guayaquileños más y, claro, la siempre válida presión militar. Del cuarteto de hombres fuertes del régimen actual, tres son guayaquileños. Uno es muy conocedor de la materia y, supuestamente, un convencido. De sus dos mejores aliados políticos, los dos son guayaquileños. En Guayaquil y el Guayas, la consulta popular en favor de las autonomías ganó casi diez a uno.
¿Veremos en la tan mentada consulta popular la pregunta sobre el cambio constitucional pro autonomías?

Hace más de cuatro años escribía que la función Judicial estaba tan corrupta y que su politización había llegado a tal punto, que no veía otra forma de limpiar dicho poder, que privatizándolo. Escribía que la única forma de evitar la cola y el trinche de los políticos era concesionando el manejo de las cortes a organizaciones internacionales. ¿Idea un tanto extrema? Solo hacía un símil a la sugerencia de mi buen amigo Franklin López, doctor en Economía y profesor de la Universidad de Tulane, quien proponía se haga lo mismo con el Gobierno. ¡Ah!, estimado lector, no me acuse de haber divagado ni de haber sido poco estructurado el día de hoy. Así está el país. Vivimos los días a lo Forrest Gump.
No pregunte luego por quién doblan las campanas. Se va a dar cuenta de que no es por usted.