Con la Plaza de San Pedro adornada con un abeto de 35 metros de altura y 110 años de edad, regalado por la región alpina italiana del Trentino, el papa Juan Pablo II advirtió ayer a los cristianos a que no se dejen llevar por el materialismo durante las fiestas de Navidad.

El Pontífice trató sobre el árbol de Navidad como un símbolo de la vida eterna durante su discurso semanal desde una ventana que da a la Plaza de San Pedro.

El mensaje del árbol de Navidad es que la vida es una planta de verdor perenne si uno sigue dando, no objetos materiales, sino el don de uno mismo, ya sea a través de la amistad o del sincero afecto, la ayuda fraternal o el perdón, pasando tiempo juntos o escuchándose mutuamente.

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El Papa recordó que tradicionalmente se colocan bajo el abeto adornado los regalos navideños, lo que en sentido cristiano evoca “el árbol de la vida, la figura de Cristo, supremo don de Dios a la Humanidad”.

Por eso, invitó a que la Navidad se viva “como una ocasión para saborear la alegría de entregarnos a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados”.

Juan Pablo anotó además que el símbolo más representativo de la Navidad es la escena del Nacimiento de Jesús.

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Enfatizó la importancia de los símbolos navideños, al parecer en referencia recientemente al debate en Europa sobre si las escuelas públicas deben abstenerse de exponer símbolos cristianos por deferencia a los estudiantes musulmanes.

Además, causó controversia en Italia la decisión de una maestra de permitirle a sus estudiantes musulmanes sustituir la palabra virtud por Jesús durante un recital de Navidad, y la decisión de otra escuela de presentar La Caperucita Roja en vez de la actuación tradicional navideña.

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Funcionarios del Vaticano criticaron recientemente una representación del nacimiento en Londres en la que aparecieron el futbolista David Beckham y su esposa Victoria encarnando a José y María.

Tras el rezo del Ángelus, Juan Pablo II saludó con especial cariño a un grupo de 32 niños de la localidad rusa de Beslán, supervivientes del asalto terrorista a una escuela el pasado septiembre, que costó la vida a cerca de 350 personas.

Primero en ruso y después en italiano, el Papa deseó a los niños, que se encuentran en Italia invitados por la provincia de Trento, que “el bien que estáis recibiendo de tantos amigos os ayude a superar las heridas de la terrible experiencia sufrida”.

“Es con una gran amistad que recibo a los niños y jóvenes de Beslán,  rehenes junto a miembros de su familia” en esta ciudad rusa en Osetia del  Norte, afirmó.

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