Cierto es que eso no calmará el dolor de los familiares y amigos de la estudiante asesinada en Lérida días atrás, pero un gesto así es necesario para que sepan los españoles que semejante barbaridad no es el reflejo del alma de nuestra gente.

No está claro todavía cuán grave es el error en nuestro sistema legal. Las autoridades policiales insisten en que están obligadas a limpiar la historia delictiva de cualquier persona que haya pagado en la cárcel por su crimen, pero algunas organizaciones no gubernamentales responden que no es así, y aseguran que se trata de una atribución que debe emplearse solo cuando existan atenuantes que lo justifiquen.

Es necesario aclarar la confusión para que se introduzcan las reformas legales que hagan falta.

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Coincidimos en que se debería facilitar a cualquiera que haya cometido un delito su reincorporación posterior a la sociedad, pero no al precio de dejar indefensos a otros.

Le debemos una disculpa a España, pero tenemos además una obligación con nosotros mismos para que tragedias así no se repitan.