La disidente neurocirujana cubana Hilda Molina ratificó ayer que no trató de pedir asilo político en la embajada argentina en La Habana y afirmó que permaneció allí más de 24 horas porque su madre se enfermó cuando ambas gestionaban ante el gobierno de Argentina la autorización para viajar temporalmente.

En Buenos Aires vive el hijo de Molina, Roberto Quiñones, nacionalizado argentino en 1996, su nuera, Verónica Scarpatti, y sus dos nietos, de nueve y tres años, a los que no conoce.

Molina, retenida por su gobierno y cuya salida del país es reclamada por Argentina, es una neurocirujana que recibió del gobierno cubano los máximos honores por su labor científica antes de distanciarse en 1994 de la ideología comunista y sumarse a la disidencia.

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Su caso provocó ayer remezones en las relaciones bilaterales y en la cancillería argentina que podría despedir a su representante en la isla y a un alto funcionario de ese ministerio.