Escribí una carta el sábado 13 de noviembre acerca de la corrupción de un vigilante que se apostaba bajo el paso a desnivel de la vía Perimetral, sobre la Av. del Bombero.

El lunes 15 el panorama lucía desolado. El vigilante no estaba más en su puesto de trabajo, lo que indicaba que sí leyó el diario o que alguien le avisó que su equivocado proceder era tan obvio que estaba siendo observado por la ciudadanía, a la que invité a presenciar el cotidiano espectáculo.

Pero, ¿y qué pasó dentro de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG)? ¿Se hizo alguna investigación al respecto o solo se pensó que eran “bolas” inventadas por alguien que tenía algo contra el oficial? Solo como aclaración: no conozco al vigilante, he tenido tres citaciones en mi vida de conductor y tengo 48 años con licencia.

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Hoy, dos meses después, el cielo se ha despejado nuevamente. Con sus gafas oscuras, sus relucientes botas de motociclista, el oficial estaba nuevamente cumpliendo con su trabajo en el mismo lugar. Eso se llama “cumplimiento del deber”. Y aquí no ha pasado nada.

Ing. Rafael Drouet Candel
Guayaquil