Que el Ecuador es el país del absurdo lo sabemos hace muchísimo tiempo; he aquí un par de ejemplos:

Hasta hace pocos meses, en la Dirección Regional y Agencias del IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), frente a la famosa ventanilla 31A, existía el más pintoresco sistema para hacer respetar el orden de atención al jubilado: había 50 sillas y cuando atendían al primero de estos, los otros 49 debían pararse y adelantar una silla, de tal forma que cuando le tocaba su turno al último, se había parado, caminado y sentado 49 veces.

Pero parece que alguien les dijo a los directores que había un sistema en el cual el usuario cogía un número y luego era llamado por una señal luminosa, y el IESS lo acogió y así ingresó en el siglo XXI.

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La semana pasada, teniendo necesidad de cambiar un billete por monedas y, debido a que ninguno de los bancos comerciales quiere hacerlo, acudí a la sucursal mayor del Banco Central en la avenida Nueve de Octubre, donde luego de hacer la cola respectiva y exponerle al burócrata que quería cambiar el billete por monedas, me indicó que debía llenar una solicitud en la cual se me requería mi nombre, número de cédula, dirección de la empresa, RUC, fecha, ciudad, valor de canje...

Dos días después, un amigo fue a cambiar billetes en monedas a las 09h30, y le dijeron que ese día no iban a canjear porque se habían acabado las solicitudes.
Juzguen ustedes si somos o no el país del absurdo.

Eduardo Cruz Granda
Guayaquil