La enfermedad ataca las funciones del hígado y sus trasplantes no se realizan en el Ecuador.

La cirrosis dejó de ser un mal exclusivo de los adultos y del alcohol. El problema se ha vuelto frecuente en niños, producto de malformaciones congénitas, enfermedades metabólicas (por cambios en el organismo) o de tipo viral.

El caso de Juan Carlitos Bravo, un menor de cuatro meses que desarrolló la afección y requiere un trasplante de hígado, muestra la situación que se vive a diario en los centros asistenciales de la ciudad.

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Juan Carlitos fue operado, con éxito, el pasado viernes al presentar una hernia inguinal estrangulada. Carlos Vásquez Beckmann, cirujano que lo operó, dijo que no hubo complicaciones en la intervención, ya está en su casa, sin embargo, ello en nada modifica la delicada situación del menor, que espera de urgencia un trasplante de hígado. 

Cada año, entre 20 y 40 menores libran una batalla similar en el hospital Francisco de Ycaza Bustamante, según el jefe de gastroenterología de ese centro, Félix Carrera. En el pediátrico Roberto Gilbert la cifra fluctúa entre 5 y 10.

¿La principal causa? La Atresia de vías biliares, una obstrucción (de nacimiento) de los conductos extrahepáticos, que canalizan la salida de la bilis. “Como no se forman –dice la gastroenteróloga infantil Alexandra Salvador– la bilis no tiene dónde drenar y va dañando el tejido hepático, lo que conlleva al endurecimiento del hígado y a la cirrosis”.

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La enfermedad es un daño en el funcionamiento del hígado producido por una lesión progresiva. Carrera explica que este órgano tiene alrededor de 1.200 funciones y cuando se afecta no procesa las proteínas, grasas, hormonas, carbohidratos, sales biliares y otros elementos para su asimilación, provocando un desequilibrio en el organismo.

Parte del desbalance es el crecimiento del hígado por su capacidad de multiplicación. “Cuando hay una enfermedad que destruye el hígado, este se agranda tratando de reemplazar la zona dañada, pero llega un momento en el que el organismo ya no tiene capacidad de multiplicación”, señala.

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Este fue el problema de Juan Carlitos. La falta del conducto hizo que la bilis le comprometa el 80% del desempeño hepático y que su hígado y bazo aumenten de tamaño, por eso luce con el vientre inflamado.

Pero no es lo único que la provoca. El gastroenterólogo Fabián Vásconez, del hospital Metropolitano de Quito, indica que la cirrosis puede darse por hepatitis neonatal infecciosa provocada por un virus. Esta puede ser fulminante porque ocasiona sangrado del tubo digestivo, alteraciones del nivel de conciencia, coma y daño hepático masivo.

Las enfermedades metabólicas congénitas también pueden alterar las estructuras celulares de este órgano y la síntesis de proteínas, grasas y carbohidratos. La Glucogenosis (una mala distribución de glucosas); la enfermedad de Gaucher (alteración a nivel de grasas), y la Tirosinemia (descompensación a nivel de aminoácidos), son algunas.

El diagnóstico oportuno depende –en gran medida– de la detección de los síntomas que el niño presenta desde que nace: coloración amarilla (ictericia), falta de apetito y de pigmentación en las heces.

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La única cura es el trasplante de hígado, que en Ecuador no se realiza y que en el exterior fluctúa entre los 30.000 y 150.000 dólares. La mayoría no puede acceder a la operación y muere. La mortalidad por cirrosis llega al 90%.

En el país se hicieron dos trasplantes en niños hace cuatro años.
Ambos fallecieron. La última (Angelita Valencia, de cinco años) murió en junio pasado al rechazar el fragmento de hígado que le donó su madre y ante la falta de recursos para otra intervención.

Salvador, quien es tratante del Roberto Gilbert e intervino en la operación, sostiene que los gastos, además del trasplante, incluyen medicación inmunopresores de por vida, cuyo costo mensual llega a los 300 dólares.

Pese a que los hospitales pueden trasplantar, es necesario invertir para preparar al personal. De lo contrario, la única opción de vida de los niños es reunir dinero para ir al exterior. Es lo que hace la familia de Juan Carlitos, mientras corren los días para someterlo a la operación.