En un país de fuerte tradición marítima, cada vez más griegos reemplazan ahora el arbolito de Navidad por un pequeño barco decorado, en el cual se depositan los regalos, convencidos de que así rescatan una tradición nacional en detrimento de una costumbre importada.

"En nuestra isla de Cefalonia, abandonamos poco a poco el árbol de Navidad,  que es considerado como una costumbre extranjero, y optamos por el barco en su  lugar", explica Erika Vallianu, periodista natural de esa isla del oeste de  Grecia.
 
"Esto forma parte de un movimiento más vasto que intenta hacer revivir las  tradiciones antiguas. Es una manera de recuperar la imagen particular que la  isla tenía antes de la gran destrucción de edificios provocada por el terremoto  de 1953", agrega.
 
Los habitantes han creado incluso asociaciones para promover los barcos de  Navidad. "De año en año, el número de barcos es mayor en los bancos, hoteles y  tiendas", recalca Vallianu.
 
Otro argumento en favor del barco es la necesaria protección de una especie  local de pinos.
 
Los barcos de Navidad se hacen de papel o de madera y son decorados con  lamparitas de colores. Habitualmente se colocan en la entrada de las casas,  siempre con la proa orientada hacia adentro, o cerca de la chimenea.
 
El barco gana adeptos también en la Grecia continental. Cada año, en el mes  de diciembre, Salónica, segunda ciudad del país, levanta en su plaza principal  una gigantesca estructura metálica con forma de velero, al lado del árbol de  Navidad.
 
"Incorporamos el barco en 1999. Salónica es una ciudad portuaria y pensamos  que esto resaltaría el papel que el mar ha desempeñado en nuestra historia",  señala el concejal Vassilis Gakis.
 
La mayoría de los griegos que permanecen fieles al árbol de Navidad  consideran empero que se trata de una costumbre importada del norte de Europa.
 
En cambio, el barco es percibido como la quintaesencia de Grecia, país de  marinos desde hace miles de años.
 
Y, en efecto, el árbol de Navidad moderno llegó a Grecia en el equipaje del  primer rey del país, Oto de Baviera, entronizado en 1833, pero sólo se  convirtió en costumbre popular en los años 1940.
 
Pese a todo, los especialistas se muestran escépticos sobre la utilización  del barco en las fiestas de Navidad. "Los barcos no son árboles de Navidad",  escribía ya en 1975 Dimitris Lukatos, uno de los grandes etnólogos griegos.
 
"Es verdad que los niños de las islas cantan de puerta en puerta los  villancicos teniendo en las manos un barquito", pero éstos servían sobre todo  de lámpara o bien para guardar los regalos o golosinas que se les daba, explica  Lukatos. En otras partes del país son otros objetos simbólicos los que se usan  para esos efectos.
 
Por lo demás, el árbol de Navidad, considerado como una costumbre  importada, podría tener un origen griego. Se sabe que en la antigua Grecia,  como en otras culturas precristianas, se utilizaban ramas de árboles decoradas  en el período de Año Nuevo.
 
Ramas llamadas "madera de Cristo" eran utilizadas también en las casas  durante el periodo bizantino y en tiempos del imperio otomano.
 
"Guste o no a sus enemigos, el árbol de Navidad existía ya en el imperio  bizantino", sostiene Kamilaki, evocando sus descubrimientos en el norte de  Siria, que datan del siglo V.
 
"Nosotros no tratamos de descartar el árbol de Navidad. Este tiene también  sus raíces en las montañas griegas", recalca Gakis, insistiendo en su deseo de  que los dos símbolos, árbol y barco, convivan en Salónica.