Leí el artículo “Salud mental y sal yodada” publicado el 8 de diciembre, que con franqueza, el Dr. José Varea Terán, salubrista, encara la inminente amenaza de los tremendos daños a la salud pública de nuestro pueblo, especialmente en la serranía, que inevitablemente acarrearía desórdenes por deficiencia de yodo (DDI), al amparo de la  increíble irresponsabilidad de  funcionarios de la administración pública.

Otros destacados salubristas como el Dr. Rodrigo Fierro Benítez, e importantes instituciones ecuatorianas, se han pronunciado también con asombro sobre la forma irresponsable como el Gobierno está enfrentando la seria crisis de la salud pública.

En el artículo en referencia dos datos inexactos constan: que Ecuasal proporciona aproximadamente entre el 50% y 60% (y no el 90%) de sal yodada que se consume en Ecuador; y el otro, que dicha empresa desde su inicio  en 1961, es propiedad en un 50% de miembros de diversas generaciones de las familias Febres-Cordero Ribadeneyra, del Ecuador, y Ribadeneyra Brosnan, de los Estados Unidos, ahora doce en total: mientras que el otro 50% ha pertenecido siempre a Morton Salt, de Chicago, que es sin duda la más prestigiosa empresa de sal de los Estados Unidos y posiblemente de todo el hemisferio occidental.

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Nicolás Febres-Cordero R.
Gerente General y Representante Legal de Ecuasal
Guayaquil