Soldados estadounidenses que esperan en Kuwait la orden de entrar a Iraq se quejaron ayer ante el secretario de Defensa Donald Rumsfeld por la falta de seguridad y la extensión  de su misión.

Rumsfeld visitó Camp Buehring, una base estadounidense a 20 km de la  frontera iraquí, y protagonizó con 2.000 soldados el más polémico intercambio de preguntas y respuestas desde la invasión de Iraq en marzo del 2003.

“Nuestros vehículos no son blindados. Recuperamos trozos de hierro y de vidrios blindados para proteger los vehículos antes de ir a combatir”, se quejó uno de los soldados.

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Otros preguntaron a Rumsfeld sobre qué harán las fuerzas estadounidenses en Iraq, sobre los sueldos no pagados y otras preocupaciones.

Enclavado en el desierto, Camp Buehring es un punto de pasaje para todos los soldados que van o vuelven de Iraq. Su importancia se incrementó debido al aumento de los efectivos movilizados con vistas a las elecciones y a la mayor extensión del adiestramiento para hacer frente a los ataques.

Sin embargo, las quejas por la debilidad de los vehículos blindados causaron sorpresa.

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Un soldado estadounidense se quejó de que se estaba forzando a que las tropas tengan que buscar piezas entre la chatarra para proteger sus vehículos en Iraq, ante la falta de transportes blindados.