Con cierta incredulidad venimos observando un corto que se publica en uno de los canales de televisión, haciendo alusión a que “la AGD está cobrando las deudas”, y que entonces “alguien al fin combate la corrupción”; pero está muy lejos de la verdad.

Combatir la corrupción sería frenar: el robo en las empresas petroleras, eléctricas y telefónicas, que origina al Estado una pérdida de unos $ 2.000 millones al año; el contrabando de armas y municiones hacia la frontera norte; el contrabando de gas en la frontera sur; el tráfico de gasolina blanca para refinar cocaína; el lavado de dólares proveniente de narcotráfico; el robo de fondos del erario nacional...

O frenar: el piponazgo en las instituciones públicas; que las FF.AA. derrochen recursos nacionales que pertenecen a todos; el creciente coyoterismo en el que están involucrados policías; el descarado nepotismo; entre otros fenómenos que se dan, ¡por lo que estamos considerados segundo país más corrupto del mundo!

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Vicente Quinde Parrales
Guayaquil

Según Transparencia Internacional, organización dedicada a estudiar el grado de corrupción, Ecuador aparece en la posición 112 de 145 países evaluados. Está en el grupo de naciones con el puntaje más bajo, esto es, entre los de mayor grado de corrupción y, simultáneamente, entre los de menor libertad económica y mayor pobreza.

La libertad económica mejora la calidad de vida. El índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas, el cual intenta medir el grado de pobreza, corrobora la teoría de que a mayor libertad económica, corresponde un mejor nivel de vida. Ecuador no es la excepción de la regla.

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La economía del intervencionismo no ha funcionado en Latinoamérica. Nunca ha habido libre mercado en Ecuador, ya que el Estado ha demostrado resistencia a las corrientes liberales de las últimas décadas. El Estado sigue incorregible en su manera de dispensar privilegios y ser fuente de corrupción. No es posible culpar de la corrupción y pobreza al inexistente capitalismo o libre mercado. Es importante reconocer que los que están bien, tienen eso que nos falta a nosotros: libertad.

Gabriela Calderón
Pennsylvania, EE.UU.