El artista  exhibe sus trabajos principales en la galería Mirador de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil  hasta el 14 de diciembre.

La escultura en el país tiene su historia, una tradición que se torna en sustento de la actividad creativa y fue utilizada como medio expresivo por los pueblos de Valdivia, Chorrera y otros, para fijar su visión del mundo.

También tiene a José Antonio Cauja, que está exponiendo en la Universidad Católica hasta el próximo 14 de diciembre. El escultor surge en un siglo en que el arte tiende a dejar de ser una realización que satisface demandas exteriores al artista para reflejar las interiores. Momento en que cierto auge surgió en los 80 y se abrieron nuevas vertientes.

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El Colegio de Bellas Artes fue su inspiración, donde descubrió la afinidad con la relación entre materia y volumen. Es a partir de allí que se vuelca a la escultura y se vincula con el taller de Manuel Velasteguí.

Este guayaquileño de 50 años dedica su vida a la escultura desde los 17 y nunca se detuvo a pensar si podría o no lograrlo. Su primera exposición fuera del país fue en Caracas. “Sentí mucha emoción de estar representando con mi trabajo al país”. Luego de eso vinieron Venecia, Nueva York, participó en simposios de diversos países como Argentina o Uruguay. Aplicó a una beca para hacer un máster de escultura en Armenia y lo ganó. Después de Armenia su arte ya no sería el mismo, los tres años en ese país influyeron sobre su obra y su técnica hasta inspirar una de sus series.

Coinciden en él distintas necesidades expresivas, pero que son parte de una visión mayor. Para traducirlas Cauja ha formulado series que comenzaron a incubarse en Armenia y se manifestaron a su regreso (Armenia, Torsos, Nudos, Vuelos y Metamorfosis).

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Ha definido que su material sea el mármol, porque descubrió una alianza entre pasión y tensión. Metamorfosis es la serie que parecería resumir las intenciones y logros de Cauja, desde la pieza número uno en adelante se nota un proceso que también se podrá percibir en las otras series.

“Me gusta que cada persona sienta e interprete la pieza más allá de lo que yo quiera expresar, eso me enriquece”, comenta el artista cuando se le pregunta el significado de alguna escultura. Cauja no trabaja la totalidad de la materia sino que aprovecha su irregularidad natural para volverla parte constitutiva de la imagen que desea lograr, ligando así imagen y realidad física. Se inspira y refleja. Luego cada persona observa y siente.

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