La Décima Cumbre Mundial de Cambio Climático  comenzó ayer con un renovado enfrentamiento entre el mundo desarrollado y  los países en vías de desarrollo, aunque con matices y novedades que llevaron a  sus autoridades a declarar que “el espíritu de Kyoto está en Buenos Aires”.

“El Protocolo (de Kyoto) entrará en vigor, y su artículo 3.9 señala el  camino para negociar mayores compromisos de los países del Anexo I  (desarrollados). No aceptaremos ningún otro tipo de negociación”, advirtió en  el plenario inaugural Mohammed Jassim Al-Maslamani, delegado de Qatar en nombre  del Grupo de los 77 (países en desarrollo).

Tras siete años de negociaciones internacionales, el Protocolo de Kyoto  comenzará a regir el 16 de febrero del 2005, imponiendo a los países  industrializados obligaciones precisas para reducir la emisión de gases  causantes del efecto invernadero, que eleva la temperatura planetaria.

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Muchos expertos afirman que si bien es un muy buen primer paso, esto no es  suficiente para estabilizar el clima, y piden negociaciones “pos-Kyoto”.

Washington rechaza por ahora esa posibilidad. “Es demasiado temprano para  hablar de eso”, dijo  Harlam Watson, representante de Estados Unidos,  país que ni siquiera acepta el Protocolo, pese a ser responsable del 25% de las  emisiones mundiales.