Guillermo Albán esperó a Canta Claro, un toro negro de Huagrahuasi, con cinco verónicas perfectas. Luego, con alguna dificultad, le colocó frente al caballo del picador Braulio Almeida. Canta Claro presionó al caballo contra las tablas y lo tumbó. Almeida salió bien librado. Fue un mal presagio.

Sin embargo, Albán no se amilanó. Y luego de las banderillas esperó al astado de rodillas y logró tres lances.
El animal se enfureció y en su loca carrera se dio una voltereta. El torero ecuatoriano se animó y se acercó a la cara del burel que se resistía a embestir.

En su intento por lograr la salida de Canta Claro, el matador se metió demasiado en los predios del animal. Y, sin tomar en cuenta el engaño, el toro arrancó en contra del cuerpo de Albán. Lo elevó por los aires. Fue un momento dramático. Albán salió golpeado, pero con más arrojo.

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El público lo aplaudió, mientras sus ayudantes remendaban su traje, que mostraba un parche a la altura del glúteo izquierdo que resultó algo lastimado. Luego otro burel, Golondrina rompió su traje de luces a la altura de la ingle.

Albán hizo doble esfuerzo: enfrentar al toro y cuidarse para que los aficionados no miraran sus partes íntimas descubiertas. Su traje fue nuevamente parchado. Con todo eso, Albán logró cortar una oreja y dar la vuelta al ruedo, en medio de los aplausos de un público que premiaba su ñeque.

“Este triunfo es para toda la afición ecuatoriana. Estoy bien. Me encuentro muy contento. No se ha podido redondear una salida a hombros, pero, bueno... Creo que se ha dejado un buen ambiente. He salido bien. Luego de esta feria seguramente nos regresaremos a España”, dijo a su salida de la plaza.