La pregunta clave es esta ¿Cuándo comienza la vida humana? Si la vida comienza en la fecundación, la píldora es abortiva. Soy sacerdote; voy a limitarme a exponer lo que dice la ciencia.

Tengo muchos testimonios científicos; acudo a uno. Jerome Lejeune, descubridor del síndrome de Down o mongolismo, profesor de Genética de la Universidad de París, ha dicho:
“En cuanto los 23 cromosomas del espermatozoide se encuentran con los 23 cromosomas del óvulo, toda la información necesaria y suficiente está allí reunida en el ADN (Ácido Desoxirribonucleico)  para determinar todas las cualidades del nuevo ser humano. No se trata de un postulado moral o idea filosófica, sino de una verdad experimental. La fecundación in vitro lo ha demostrado: si antes, en el tubo de ensayo, no es un ‘bebé’ ¿para qué implantarlo en el útero? No es una opinión de moralista, no es la esperanza de un metafísico. Si el ser humano no comienza con la fecundación, no comienza nunca.

Ningún científico informado puede indicar un solo hecho o dato objetivo posterior a la iniciación de un nuevo ADN del que dependa el inicio de un hombre. La implantación no hace al hombre; lo recibe y lo nutre. Afirmar que la vida humana comienza después de la fecundación, no es científico, sino una afirmación arbitraria, ajena a la ciencia. En la fecundación comienza una nueva vida humana: el cigoto, fruto de la fusión de las dos células germinales, es distinto del padre y de la madre, con una carga genética que tiene el 50%  de cada uno de los progenitores. A partir de ese momento, el nuevo ser humano ya tiene sexo y grupo sanguíneo, y aunque permanecerá dentro de su madre 9 meses, dicho sexo y grupo sanguíneo pueden ser diferentes del de la madre”.

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Las agencias de policía han comenzado a depender del ADN, que se encuentra en cada célula como la manera infalible de identificar a cada persona. Esto no es fe, es ciencia. La ciencia asegura ahora a la ley que el DNA de cada ser humano es absolutamente único e individual para siempre,  y el ADN de cada hombre se define en la fecundación, cuando se unen los 23 cromosomas del padre con los 23 de la madre. Por esto el Ejército americano ha cambiado las tradicionales medallas de identificación por el análisis del DNA de sus soldados. Apenas cada ser humano es concebido en la fecundación se produce un nuevo ADN de un individuo científicamente diferente a sus padres.

Los laboratorios que comercializan la PDD camuflan su efecto abortivo en los efectos anticonceptivos, y las mujeres ‘se lo tragan’. Si dijeran claramente que es abortiva, muchas no la tomarían. No cabe duda: la PDD es un pesticida humano que ayuda al que aborta a eliminar un ser humano, pero sin remordimiento moral. Menos mal que Dios, no se come el cuento… Cuando se dice que, gracias a ella se han evitado millones de abortos, en realidad se los ha provocado tempranamente.

* Párroco de San Antonio María Claret (Urdesa).