Y lo más tenebroso es la secuela de muertos y heridos, producto de la inseguridad que brindan dichos vehículos, ya que sus carrocerías son hechas con materiales frágiles, lo cual es un atentado a la seguridad física.

Es necesario y obligación de las autoridades competentes, entre estos la Defensoría del Pueblo, que se interesen en efectuar inspecciones en las compañías que traen automotores al país, y en las compañías ensambladoras y casas comerciales que promocionan sus ventas, y prohibir la comercialización.

Ojalá que se ponga en alerta a transnacionales que fabriquen vehículos sin ninguna garantía. Antes, los automotores tenían una estructura metálica resistente; ahora lamentamos las muertes que se producen.

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Ab. Adolfo Torres Navarro
Guayaquil