Analistas consideran que las históricas mea culpa favorecen la imagen del presidente chileno.

Las autocríticas de los militares chilenos por las  torturas a miles de presos políticos durante la dictadura de  Augusto  Pinochet consolidan el liderazgo del presidente Ricardo Lagos y su coalición  de centroizquierda, a un año de las elecciones.

“Me siento orgulloso”, dijo el Mandatario socialista, después de que el  Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía militarizada de Carabineros  admitieron, por primera vez, la responsabilidad de sus antiguos mandos en la  práctica sistemática de la tortura durante el régimen de Pinochet (1973-1990).

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La comisión que presidió el obispo católico Sergio  Valech oyó 35.000 testimonios sobre violaciones, aplicación de electricidad,  quemaduras y fusilamientos simulados que sufrieron los presos políticos.

Tras la difusión del Informe Valech, el domingo pasado, las instituciones  armadas entregaron su autocrítica, un gesto impensable hace 15 años.

Hoy “hay un cambio cultural. El gran logro para Chile es que el tema de los  derechos humanos se ubica en el corazón de la sociedad chilena y no cabe que  alguien tenga una posición distinta”, dijo el politólogo Genaro  Arriagada.

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Autor de libros y artículos sobre los militares, Arriagada admitió que  existe una corriente conservadora minoritaria que no acepta su responsabilidad,  pero comparó la situación con la Alemania de posguerra que “asumió como país”  la verdad del régimen nazi, pese a la existencia de grupos neo-fascistas.

Ninguna de las dos fracciones de la derecha que apoyaron a Pinochet, hoy  opositoras, admitió haber avalado las violaciones.

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“Desde el fondo de mi corazón rechazo de manera categórica la violencia”, dijo el líder derechista Joaquín Lavín, candidato presidencial de la Unión  Demócrata Independiente (UDI) y el Partido Renovación Nacional (RN).

La derecha aparece en el panorama político chileno en una situación incómoda, mientras en los primeros  lugares de las encuestas figuran dos mujeres de la Concertación: la ex ministra  socialista de Defensa Michelle Bachelet y la ex canciller demócrata cristiana  Soledad Alvear.

Pese a que corrientes opositoras de izquierda y algunos familiares de  las víctimas consideran a Lagos un “traidor”, su gobierno tenía 60% de  respaldo en un sondeo de la Fundación Futuro difundido dos semanas antes de  conocerse el informe sobre la tortura.

El  analista Raúl Sohr considera que “Lagos salió adelante, a pesar de un problema cultural que ha existido en  Chile,  la renuencia a la autocrítica”.

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Ni siquiera el Informe Rettig, que en 1991 certificó las violaciones a los derechos humanos con resultado de muerte, o las evidencias surgidas en los procesos judiciales, habían   conseguido la autocrítica de  los militares.

Sohr advirtió que aún falta  un “mea culpa” de los medios, que “falsearon la realidad” y de la Justicia, que en la dictadura  rechazó 10.000 recursos de amparo de las  víctimas.