El volcán Reventador que la noche de este viernes arrojó una columna de gases y vapor, "no representa un riesgo inmediato para la población", informó este mediodía el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, en Quito.
 
"La actividad del Reventador por el momento no presenta un riesgo inmediato a la población cercana al volcán, ya que el material emitido se restringe al interior de la caldera", sostiene un boletín entregado a la prensa por el Geofísico este sábado.
 
Agrega que se mantiene el monitoreo del cono volcánico ubicado a 90 km al noreste de Quito, en la selva de la Amazonia, en la provincia de Sucumbios, muy cerca de la frontera con Colombia (norte).
 
El documento señaló que en agosto pasado la actividad del volcán mostró algunas anomalías y precisa que el 4 de noviembre "la actividad sísmica subió  drásticamente" cuando se reportó "la presencia de columnas de gas con ceniza e  incandescencia en los flancos del cráter".
 
Añade que el 9 y 10 de noviembre se realizó un sobrevuelo por la zona del Reventador, de 3.541 metros de altura, comprobándose la presencia de lava en el cráter. "El 27 de noviembre con una visita de campo se observó que este material estaba rellenando el interior del cráter", indicó.
 
El Geofísico señaló que desde entonces se han presentado columnas de gas que alcanzaron alturas de hasta 3 km, con concentraciones muy bajas a nulas de ceniza y menciona que este viernes "se observó actividad importante en el cráter del volcán y material incandescente por los flancos".
 
"Todo este proceso provocó columnas de gases", indicó el organismo que, sin  embargo, afirma que "no se ha podido confirmar la presencia de ceniza ni su concentración" pero observa que "de cualquier manera no se descarta que estas columnas la contengan".
 
La Defensa Civil Ecuatoriana, por su parte, informó que de acuerdo con versiones de los campesinos de la población de El Chaco, en esa zona de Sucumbios se registró alguna caída de ceniza.
 
El Reventador registró 25 erupciones en los últimos 453 años. La última ocurrió en 2002, cuando una capa de ceniza cubrió a Quito y extensas zonas agrícolas de las provincias andinas de Pichincha, Carchi e Imbabura.