Pocas películas de Charles Chaplin reúnen tantas secuencias cumbres como La quimera del oro (The Gold Rush). Aquí Charlot, el eterno vagabundo, da paso a la maestría de Chaplin el director, que conduce algunas escenas como si se trataran de espectaculares actos circenses, donde escenografía y ambientación son partes intrínsecas de una delirante narrativa que no nos deja respirar. Este fue el primero de sus largometrajes más costosos y elaborados, especialmente por el tumultuoso rodaje en las montañas de Yukon (Canadá) en pleno invierno. La película estará disponible en DVD mañana, en la colección de las Grandes Joyas del Cine que Diario EL UNIVERSO comercializa cada viernes.

Inspirada en un hecho que fue parte de la historia de los EE.UU., esta quimera se enmarca en sus primeras secuencias en la multitudinaria peregrinación de miles de aventureros que se lanzaban a tierras inhóspitas para encontrar “la montaña de oro”. Allí descubrimos inmediatamente a Charlot con su uniforme de siempre: su saquito corto, los bombachos, el sombrero y el bastón. A pesar de las toneladas de nieve que cubre todo, el señor es el eterno buscador solitario que prefiere un pedazo de pan más que la fortuna en las minas de oro. Así irrumpe en una cabaña donde vive Big Jim (Mack Swain), quien se convertirá en el socio de la aventura, a pesar de que cuando llega la hambruna durante una interminable tempestad, Jim ve a Charlot como un pollo viviente. En una película de Chaplin, hasta el canibalismo inspira su genial humor.

Filmada en 1925, La quimera del oro trae también otras secuencias de antología, como las desbocadas coreografías en el dance-hall del pequeño pueblo minero donde el protagonista descubre al amor de su vida (Georgia Hale). Allí el vagabundo ilumina la pantalla con los bailoteos más hilarantes que se hayan registrado en el cine. Y hay mucho más: la danza de los pancitos en los tenedores, la cena del zapato, la cabaña suspendida al borde del precipicio. Aquí Chaplin se revela como el autor cinematográfico por excelencia: un buscador de imágenes donde él también es el objetivo principal de la cámara.

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Esta semana tendremos a Chaplin dos veces. Para conmemorar su primer año, el MAAC Cine ofrecerá este sábado a las 20h00 otra primicia fuera de serie: la exhibición de El circo  (1928) con la música en vivo compuesta por el propio Chaplin, re-arreglada e interpretada por Nelson García y Nelectrónica, a quienes escuchamos hace poco en su magnífica musicalización de El viaje imposible, de Meliés, en la inauguración del Cine del Puente. Ningún cinéfilo puede dejar de estar allí.