Estados Unidos se ha comprometido a aumentar en el 50% la porción del Departamento de Estado de Estados Unidos en el Programa de Acción Humanitaria contra las minas. El Congreso ha votado a favor de la solicitud del presidente. El total actual del presupuesto del Programa de Acción Humanitaria contra las Minas es de aproximadamente 100 millones de dólares.

Mientras las naciones se reúnen en Nairobi para celebrar la Primera Conferencia de Revisión de la Convención sobre la Prohibición del Uso, Acopio, Producción y Transferencia de Minas Terrestres Antipersonales y su Destrucción –conocida comúnmente como la Convención de Ottawa–, ha llegado el momento de mirar hacia el pasado y hacia el futuro, hacia el reto de eliminar los peligros planteados por las minas terrestres, que siguen siendo peligrosas durante meses o años después del fin del conflicto.

Incontables millones de minas terrestres antipersonales y antivehículos están al acecho en unos 60 países de todo el mundo, manteniendo a los agricultores fuera de sus campos, a los aldeanos fuera de sus hogares y a los niños fuera de sus escuelas y terrenos de juegos. Estados Unidos comprende la severidad de este problema humanitario y comparte una causa común con todos los que tratan de proteger a civiles inocentes de las minas terrestres usadas indiscriminadamente.

Con erogaciones que se aproximan a los mil millones de dólares, Estados Unidos es el mayor donante a la acción humanitaria contra las minas, y desde 1988 ha estado activo en esta importante iniciativa. Durante este periodo se ha logrado mucho progreso en la reducción de la amenaza de las minas terrestres, y sabemos que la acción contra las minas coordinada y dirigida a un objetivo puede reducir agudamente la frecuencia de víctimas. En www.state.gov/t/pm/wra (sitio en inglés) el público puede enterarse de detalles sobre la acción estadounidense contra las minas.

Los esfuerzos de eliminar minas en el Ecuador comenzó en 1998 bajo el Programa Humanitario de Desminado del Departamento de Estado. En el 2001, un Memorándum de Entendimiento fue firmado con la Organización de Estados Americanos para programas de administración en el Ecuador. A la fecha, Estados Unidos ha contribuido con 5 millones de dólares. La provincia de El Oro está ahora libre de minas y Loja lo estará muy pronto. El trabajo continúa en Morona Santiago.

En ocasión de esta primera conferencia de revisión de la Convención de Ottawa, Estados Unidos saluda a todas las naciones que han tomado medidas para librar al mundo de la amenaza de las minas terrestres. Estados Unidos, al haber decidido, por razones de seguridad válidas, no firmar la Convención de Ottawa, no asistirá a la conferencia. Sin embargo, acogemos complacidos el compromiso de los países reunidos en Nairobi.

Pese a todo el progreso de que se tomará nota en la conferencia, la Convención de Ottawa no representa una solución completa. Si, como creemos, nuestra meta común es resolver la totalidad del problema de las minas terrestres, necesitamos enfoques y acciones que vayan más allá de la Convención de Ottawa al ocuparse todas las minas terrestres persistentes, sin consideraciones de tamaño. Mientras en Nairobi los países seguirán persiguiendo una iniciativa dirigida a las minas terrestres antipersonales, pedimos a todas las naciones, se hayan adherido o no al tratado, que tomen medidas concretas, específicas para reducir el daño que causan todas las minas dejadas en el terreno luego del conflicto, inclusive las minas antivehículos.

Con ese fin, Estados Unidos anunció en febrero una nueva política sobre minas terrestres que se concentra en la característica que hace que la mayoría de las minas sean tan peligrosas para los civiles: su naturaleza persistente. El presidente se ha comprometido a que luego del 2010, Estados Unidos no tendrá minas terrestres de ninguna clase que no se destruyan o se desactiven a sí mismas luego de un periodo predeterminado –por lo común dentro de horas, pero en ningún caso más allá de 90 días luego de desplegadas. La política estadounidense, por lo tanto, alcanza a toda una clase de minas terrestres mortíferas –las minas antivehículos– no cubierta por la Convención de Ottawa. Hemos propuesto que otros países se unan a Estados Unidos en la Conferencia de Desarme para prohibir la venta o exportación de todas las minas persistentes.

Además, los estados pueden actuar ahora para unirse a los esfuerzos que tienen lugar en el contexto de la Convención en relación con ciertas armas convencionales, para ocuparse de los aspectos más peligrosos de las minas antivehículos.

Es ahora política de Estados Unidos eliminar de nuestro inventario todas las minas imposibles de detectar. Estas minas les plantean un peligro extraordinario a los desminadores porque no se las puede localizar usando detectores de metales.
En la Convención de Ottawa no hay ninguna cláusula de ese tipo. Instamos a todos los países a que se unan a nosotros para atender el problema de la condición detectable de las minas y formular compromisos firmes para retirar de sus inventarios esa clase de minas.

Finalmente, y lo más importante, nos hemos comprometido a aumentar en el 50% la porción del Departamento de Estado de Estados Unidos en el Programa de Acción Humanitaria contra las minas. El Congreso ha votado a favor de la solicitud del presidente. El total actual del presupuesto del Programa de Acción Humanitaria contra las Minas es de aproximadamente 100 millones de dólares. Instamos vigorosamente a otros países a que hagan aumentos de magnitud similar en sus presupuestos de acción humanitaria contra las minas.

Compartimos con las partes de la Convención de Ottawa una importante causa común: atender la crisis humanitaria causada por las minas terrestres peligrosas dejadas en el terreno, y ayudar a las víctimas y sus sociedades a recuperarse del conflicto. Estamos convencidos de que podría hacerse mucho más para proteger a los civiles de todo el mundo, no solo de las minas antipersonales persistentes sino también de las minas antivehículos persistentes y de las minas imposibles de detectar. Estados Unidos espera seguir construyendo sobre las contribuciones anteriores, propias y ajenas, a la acción contra las minas, y colaborar con todas las naciones para alcanzar nuestra meta común de un mundo en el que las minas ya no les planteen una amenaza a los civiles.

* Secretario de Estado adjunto para asuntos político-militares de Estados Unidos.