Como ciudadana he experimentado una mezcla de frustración y dolor ante los hechos de pornografía infantil descubiertos en la isla Santa Cruz,  en Galápagos.

Es realmente loable la disposición y valentía de las abogadas de las menores afectadas, pues están construyendo una conciencia colectiva que denuncia la vulnerabilidad hacia nuestros niños, la peligrosa candidez de ciertos padres de familia y la falta de valores y autoestima con que se forman las actuales generaciones.

En las lesiones de esos cuerpos basadas en actos de lujuria nos han violado a todas las mujeres ecuatorianas, pues yo no puedo imaginar la vida con una lesión emocional de esa magnitud como la que sienten con dolor  todas  esas niñas y sus padres.

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Los acusados de esos actos, el matrimonio Burdet Cedeño, han cometido un crimen contra la humanidad. No permitamos que el tiempo y el sensacionalismo dejen en el olvido este crimen de la destrucción de la dignidad.

Martha Espinoza Peña
Guayaquil