La prolongación del mandato de Álvaro Uribe hasta el 2010, una posibilidad abierta tras la aprobación en el Congreso de la reelección inmediata, complica en Colombia la situación de orden público, pues la guerrilla podría radicalizar su acción para mostrar el fracaso en la política de seguridad del gobierno, según analistas.
La iniciativa fue aprobada la noche del martes por la plenaria de la Cámara de Representantes (baja) y ahora sólo resta una conciliación con el Senado y el examen en la Corte Constitucional, para que sea restablecida la reelección, abolida en 1991 y antes de lo cual se permitía en períodos no consecutivos.
Con una popularidad del 67% -sin antecedentes en la historia política del país-, Uribe, cuyo gobierno impulsó el proyecto, tendría todas consigo para seguir en el poder por otros cuatro años, una vez finalizado su mandato el 7 de agosto de 2006, estimaron analistas consultados por la AFP.
La sola posibilidad generó preocupación entre sectores políticos y sociales que promueven una salida negociada al conflicto armado interno; mientras que los promotores de la reelección ven con alivio una continuidad de la política de seguridad de Uribe, de mano dura contra la guerrilla.
"La posibilidad de la reelección de Uribe tiene implicaciones en el sistema político, pero también en el conflicto armado colombiano, con efectos directos en la situación de orden público", afirmó a la AFP el politólogo Fernando Giraldo.
En lo político, según Giraldo, "va a haber una mayor concentración en el Ejecutivo, los partidos se van a debilitar dramáticamente sobre todos los tradicionales porque se van a tratar de poner alrededor de Uribe para no quedar fuera en los próximos cuatro años".
El analista, de la privada Universidad Sergio Arboleda, considera asimismo que en un segundo mandato de Uribe "es muy difícil la posibilidad de un proceso de paz con la guerrilla" y un aumento de la violencia en este país, con más de cuatro décadas de guerra, porque las FARC actuarán para evitar la reelección.
El experto en seguridad Alfredo Rangel coincidió en señalar que "es absolutamente probable que el próximo año se produzca una contraofensiva de la guerrilla orientada a influir en el resultado de las elecciones".
Sin embargo, ambos analistas difieren en las posibilidades de una negociación de paz con las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la principal guerrilla local con unos 17.000 hombres.
Para Giraldo, una reelección de Uribe va a "envalentonar" a las Fuerzas Armadas y el presidente se sentirá legitimado en su política de mano dura, mientras Rangel destaca que la opinión pública, aunque sea favorable al mandatario, se inclinará cada vez más hacia una negociación con las FARC.
Las dificultades de diálogo con las FARC se extienden también a un acuerdo humanitario, que permita la liberación de secuestrados.
"Es muy doloroso pensar que nuestros familiares pasarán otros años en la selva si el presidente continúa con la misma actitud" de mano dura, dijo a la AFP Yolanda Pulecio, madre de la secuestrada ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
"Teníamos la esperanza de que un nuevo presidente nos ayudara", agregó.
Con las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que en el marco de un proceso de paz con el gobierno se comprometieron a desmovilizar a sus 20.000 hombres antes de 2006-, los expertos perciben la continuidad de ese plan, pero con relativo éxito.
"No veo que eso se pueda cumplir, porque algunas facciones paramilitares no van a aceptar el proyecto que apruebe el Congreso sobre las penas que deberán pagar por sus crímenes. Ese proceso no va a tener éxito", consideró Rangel.
Los opositores de Uribe afirman que habrá violencia para rato, pero sus defensores ven en éste una misión casi mesiánica en el sentido de que, si no es él, nadie más podrá acabar con la guerrilla y para ello, afirman, se necesitan otros cuatro años.