Un soldado estadounidense y cuatro civiles iraquíes murieron ayer en Iraq, lo que aumentó el sangriento balance del mes pasado para el ejército de ese país, que intenta aplastar la rebelión antes de las elecciones del 30 de enero próximo.

Con la muerte de un soldado en Bagdad son 134 los militares norteamericanos que perdieron la vida en noviembre, uno de los meses más mortíferos desde marzo del 2003.

La violencia causó ayer otras víctimas. La explosión de un coche bomba al paso de un convoy militar cerca de Baiji, al norte de Bagdad, provocó la muerte de cuatro civiles iraquíes y dejó heridos a dos soldados estadounidenses y a otros 17 ciudadanos.

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También en el norte, en Baaquba, siete personas fueron heridas por un obús de mortero que cayó en un inmueble contiguo a una comisaría.

En el oeste de la capital, cinco soldados norteamericanos fueron heridos al estallar otro coche bomba y cerca de un oleoducto de Latifiya, al sur de Bagdad, yacían los cadáveres de dos civiles iraquíes con tres balazos en la cabeza.

Entre tanto, en Faluya, donde perecieron más de 50 soldados desde el 8 de noviembre, los focos de resistencia complican la tarea del ejército de buscar empresas iraquíes para reconstruir la ciudad.