En la preservación de inmuebles considerados patrimoniales intervinieron las autoridades y los propietarios de las edificaciones. Un ejemplo de esto último se observa en la calle La Condamine, en la casa de María Graciela Vintimilla.

La fachada evidencia la fortaleza del adobe, el escultor Fausto Bravo incrustó figuras de cerámica; la puerta principal y de las tiendas de los costados recuperaron su color original.

A los costados se ubicó una galería de manualidades de la propietaria y en otra, el taller de restauración que Jan Kan Ruite, su esposo de origen holandés, instaló para dar vida a varios objetos.

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Desde el zaguán destaca la decoración original de la vivienda de más de 150 años y una mezcla de artesanías de la región.

En la antesala predominan cuadros y esculturas de vírgenes, santos, espejos, muebles y otras antigüedades que se ofrecen a interesados.

“Esta casa está abierta a todo el público”, dijo su propietaria, quien piensa donarla a la ciudad como una herencia, aunque no precisó la fecha.