1.– En Roma, en la sala de los Horacios y Curiacios del palacio “Conservadores” del Capitolio, se reunieron los jefes de los estados que integran la Unión Europea, para firmar su primera Constitución. Es sabido que, por presión de Francia, se debió excluir de esta Carta Magna la referencia a la raíz cristiana de Europa. Francia, la llamada “hija primogénita de la Iglesia”, se opuso por medio de su presidente Chirac, a que en la Constitución se haga mención a una evidente raíz de Europa, el cristianismo.

El viejo laicismo francés rechaza a Dios en la sociedad, prescinde de la raíz cristiana, de la que germinó la conocida trilogía “libertad, igualdad, fraternidad”; por ese laicismo, Chirac se opuso a que se mencione al cristianismo como una raíz de la cultura europea.

Como Francia todavía es grande, también en esto se le dio la razón.

Pues bien, la mesa, en la que los jefes de Estado y de Gobierno se sentaron para firmar la primera Constitución de la Unión Europea, estaba al pie de un grandioso monumento del Papa Inocencio X; al otro extremo de la misma sala está una estatua de mármol del papa Urbano VIII. ¡Qué grande ironía! Gracias a la televisión, yo esperaba ver qué cara ponía el presidente francés, pero no logré. Me preguntaba: ¿El presidente Chirac, puesto ante los monumentos dedicados a personajes que sirvieron a Europa en nombre de Cristo, seguirá negando que el cristianismo es una raíz cristiana de Europa? Mirando la ceremonia, yo imaginaba a estos papas del siglo XVII pidiendo a los jefes de Estado que, por el bien común, no fosilicen las ideas en un contexto de ayer; e invitando, también a los laicistas, a ponerse al día:

– El Estado no debe instrumentalizar la religión; la instrumentalización hizo daño al Estado y más a la Iglesia.
Todos los ciudadanos, cualquiera sea su religión, tienen iguales derechos y deberes. Imaginaba a estos dos papas diciendo: Si ustedes pretenden impedir a sus ciudadanos el diálogo con Dios; ellos, a falta de Dios, recurren a brujos, horóscopos y adivinos; en París está una prueba: en ella se gastan sumas astronómicas en invocar a los astros, en horóscopos, adivinos y brujas.

2.– En la Unión Europea, en nombre de una libertad, va surgiendo una nueva Inquisición. Antes en Europa quien atacaba la religión del Estado era condenado; no para defender la religión, sino la unidad del Estado. Hoy quien defienda el matrimonio entre hombre y mujer y la dignidad del sexo, quien se niegue a presentar la homosexualidad, el lesbiananismo, etcétera,  como normales es arrojado fuera del parlamento europeo, como fue Buttiglione. Menos mal que el eurocentrismo está siendo superado.

3.– Estos contrastes irónicos por ideas mantienen la dignidad humana; hay otras ironías, como las que se dan en construcciones que importan solo por el contrato; salen del linde de lo racional, huelen mal, como una letrina construida en la puerta de un monumento, símbolo de la ciudad.