El presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, Luis Chiriboga, ha sido muy claro al explicar su propuesta para la creación de un canal del fútbol en la televisión nacional. Sus argumentos sobre la rentabilidad del negocio son tan convincentes como sus explicaciones sobre cómo esas ganancias se repartirán entre los clubes. Todo suena muy bien: un canal del fútbol administrado por la FEF democratizará los beneficios e integrará el balompié criollo a un circuito televisivo internacional. Solo hay una cuestión en la que Chiriboga no ha sido lo suficientemente explícito: cómo se protegerán los intereses del televidente.

No solo no es explícito el presidente de la FEF en este punto, sino que es abiertamente contradictorio. Como todo el mundo sabe, el canal del fútbol cuenta con el respaldo de una sociedad que incluye a la Ecuafútbol, la compañía argentina Full Play y TV Cable. Todo parece indicar que, en principio, los potenciales espectadores serán aquellos que ya se encuentran afiliados a TV Cable (algo así como el 10% del total de televidentes ecuatorianos, según los cálculos más optimistas). ¿Y el resto?

Cuando los periodistas preguntan a Chiriboga sobre las inversiones que se precisan para poner en marcha este negocio, él asegura que no será necesario ampliar la red de distribución de señal de TV Cable. Cuando los mismos periodistas le preguntan qué pasará con los que no son afiliados, responde que “no se necesita ser socio del cable para ser socio del canal del fútbol… Se les instalará un decodificador”. ¿En qué quedamos? ¿Cómo pretende Luis Chiriboga instalar decodificadores a lo largo y ancho de la Patria sin ampliar la red existente de TV Cable? 

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Lo cierto es que, por el momento, la Ecuafútbol no parece estar pensando en los televidentes, que hoy tienen libre acceso a una media docena de partidos por semana, sino únicamente en aquel pequeño porcentaje de ellos que constituyen su “punto de equilibrio” para hacer rentable este negocio. O sea, 30.000 afiliados a TV Cable: la tercera parte de los que caben en el estadio Monumental de Barcelona (una drástica reducción, si se considera que el número de personas con acceso a las transmisiones futbolísticas, actualmente, supera los diez millones).

“¿Tiene usted TV Cable?, ¿tiene usted TV Cable?”, preguntaba Chiriboga al panel de periodistas de Cabledeportes, un canal de cable, como su nombre lo indica, al que no por casualidad decidió comparecer para explicar in extenso su propuesta. Obviamente todos respondieron que sí, ¿qué más podían responder, si trabajan en un canal de cable? “¿Y está dispuesto a pagar diez dólares al mes para ver todos los partidos del campeonato?”, continuaba encuestando el presidente de la FEF. Los así interpelados, periodistas deportivos al fin y al cabo, el uno de corazoncito amarillo, el otro de corazoncito azul,  no podían sino responder que pagarían eso y más. “Yo también”, decía Chiriboga, cándidamente entusiasmado por semejante unanimidad, y concluía lo siguiente: basta con “hacer este ejercicio” (es decir: esta encuesta arbitraria a más no poder) para darse cuenta que el canal del fútbol será “el canal de todos”.

Todo esto por no hablar de las regiones en las que, simplemente, no existe la tecnología de la televisión por cable. Esmeraldas, por ejemplo, cuna de algunas glorias de nuestro fútbol. Así es el Ecuador: cuando uno vive cómodamente en las grandes ciudades puede llegar a creer que se encuentra en un país globalizado y conectado al mundo. Un día,  viaja a provincias y descubre que la CNN no llega a todos lados.

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“Haremos que la señal del canal del fútbol llegue a todo el país. En donde hay cable, por cable; donde hay UHF, por UHF; donde hay aire, por aire”, declaraba este viernes Luis Chiriboga a Canal Uno, sin miedo a caer en la demagogia. ¿Por UHF? ¿Por aire? ¿No que el negocio está en la venta de suscripciones? ¿Cómo se pretende funcionar con el sistema de suscripciones en señal abierta? ¿Qué clase de imposibilidades tecnológicas nos está vendiendo Chiriboga? La FEF está obligada a explicarnos claramente todos estos aspectos de su proyecto.

Con el visto bueno del Congreso Extraordinario de la Federación celebrado el viernes en Esmeraldas, el fútbol ecuatoriano ha pasado de ser un espectáculo televisivo de libre acceso a uno pagado. Chiriboga sostiene que eso llevará más gente a los estadios, pero no termina de explicarnos por qué ni cómo. Lo único claro es que ahora los partidos llegarán a menos personas. Esto, en el mundo del fútbol globalizado, parece ser un buen negocio.
raguilarandrade@yahoo.com

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