Los ecuatorianos vemos en los medios periodísticos que ciertas instituciones luchan por aquello que alguien ha llamado “duda razonable”.

Dicha clasificación no existe porque desde un punto de vista lógico, para pasar de un estado de certeza al de duda, el ser humano ya debió de ejercer la racionalidad que los humanos poseemos.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la duda como “la suspensión o indeterminación del ánimo entre dos juicios o dos decisiones, o bien acerca de un hecho o una noticia”. Quien sostenga la existencia de la duda razonable admite su oponente: la duda irracional; lo cual jamás puede darse si aplicamos las leyes de la lógica, y estas leyes sí existen.

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Pregunta: ¿Puedo dudar irracionalmente? Jamás, es un contrasentido. Así por ejemplo, frente a la certeza que sostiene una declaración aduanera del exterior, ejerzo la racionalidad y a base de los indicios llego al estado de dudar; pero de allí, pasar a clasificar a la duda en racional o no, deja mucho que desear.

En derecho, la buena fe se presume, y la mala fe hay que probarla; pero eso no significa que alguna autoridad, con el ánimo de aparecer muy correcta, destruya mi garantía constitucional de inocencia e invierta los términos.

No se deben romper procedimientos, no se deben causar perjuicios a terceros por criterios personales que no se fundamenten en la ley.

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Ab. Francisco Pesántez Villacís
Guayaquil