El escritor argentino Héctor Tizón presentó hoy en Buenos Aires su última obra, "No es posible callar", en la que plantea la necesidad de hablar de "aquello que les duele a los seres humanos" para no ser cómplices.
 
El autor, quien representó a Argentina en la ceremonia de apertura del III Congreso de la Lengua Española que se celebró en la ciudad de Rosario la semana pasada, ofreció hoy una conferencia sobre su libro de ensayos en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
 
"No debemos callar jamás cuando esté en juego la libertad y la dignidad de las personas porque esto significaría convertirse en cómplice", dijo Tizón, de 75 años, ante un nutrido auditorio.
 
El libro recopila una serie de ensayos presentados en distintos diarios y congresos mediante los cuales busca comprender la "convulsionada" actualidad y reflexiona sobre el lugar del artista y el rumbo de la sociedad occidental de las últimas décadas.
 
También analiza el poder hegemónico del capitalismo, la entronización del discurso único que pretende el fin de la historia, la globalización, la censura, el exilio, las nuevas máscaras de la discriminación y la explotación, entre otros temas.
 
Dentro de la obra hay un capítulo que lleva el nombre que le da el título, que corresponde al discurso de apertura de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de abril de 2003, en el que reflexiona sobre la invasión de Estados Unidos a Irak.
 
"Estaba ocurriendo el hecho de que un delirante presidente de los Estados Unidos había decidido dividir el mundo entre los buenos y los malos, los indios y los cara-pálidas, como en las películas. Ese afán mesiánico no lo podemos silenciar", afirmó Tizón.
 
Abogado y ex diplomático, el escritor se exilió en España en 1976 y regresó en 1982 a Argentina, donde ejerce en la actualidad como juez en Jujuy, una provincia situada en el extremo norte del país, trabajo que alterna con su dedicación a la literatura.
 
En una charla con la crítica literaria Graciela Esperanza, Tizón confesó que no aprendió a leer hasta los nueve años, algo que le provocaba "vergüenza", y contó que sus verdaderas maestras fueron sus "niñeras indígenas".
 
También afirmó que ha llegado a quemar dos novelas y a "perder" algunos cuentos porque le pareció que "no valían la pena que alguien los leyera".
 
Su obra ha sido traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán y ha recibido los premios argentinos Konex, Academia Nacional de las Artes y Consagración, además de haber sido condecorado con el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia, entre otras distinciones.
 
De sus obras destacan el libro de cuentos "El gallo blanco" (1992) y las novelas "Fuego en Casabindo" (1969), "Sota de bastos, caballo de espadas" (1975), "Extraño y pálido fulgor" (1999) y "Tierras de frontera" (2000).
 
Tizón también habló de la novela que está preparando, que tendrá como tema central el desierto y que, según dijo, será la última que escriba.
 
"Una de mis fijaciones es la visión del desierto (...) El desierto es atracción porque allí se está a la intemperie en todos los sentidos, pero sobre todo el espiritual. Es un sentimiento difícilmente comprensible para alguien que no ha salido de la ciudad", afirmó el escritor.
 
"Voy a tratar de terminar mi vida con ese libro, no porque me vaya a suicidar sino porque ya no me queda mucho hilo en el carretel (bobina)", concluyó.