Un guerrero de la luz nunca tiene prisa. El tiempo trabaja a su favor, él aprendió a dominar la impaciencia y evita acciones precipitadas.

Al andar lentamente, nota la firmeza de sus pasos. Sabe que participa de un momento decisivo en la historia de la humanidad, y tiene que transformarse a sí mismo antes de transformar el mundo.

Un guerrero de la luz nunca coge el fruto cuando este está todavía verde, pues sabe que el tiempo es su aliado, no su enemigo.

Publicidad

Descubrir un nuevo método
El viejo cazador de zorros, considerado el mejor de la región, decidió por fin jubilarse. Juntó sus pertenencias y se preparó para partir en dirección al sur del país, donde el clima era más benigno. Sin embargo, antes de que hubiera terminado de empaquetar sus cosas, recibió la visita de un joven.

–Quiero aprender sus técnicas -dijo el recién llegado-. A cambio, le compro su tienda, su licencia de cazador, y hasta pagaré por todos los secretos que conoce.

El viejo aceptó, firmaron el contrato, y le enseñó al muchacho todo lo que sabía sobre el tema. Con el dinero recibido, compró una hermosa casa en el sur, donde pasó el invierno entero sin necesidad de preocuparse por reunir leña para el hogar, ya que el clima era muy agradable.

Publicidad

En la primavera, sintió nostalgia de su aldea y decidió regresar para ver a sus amigos. Al llegar, se cruzó en mitad de la calle con el joven que, meses antes, le había pagado una fortuna por sus secretos.

–Y así -preguntó-, ¿cómo fue la temporada de caza?
–No conseguí ni un triste zorro.

Publicidad

El viejo se sorprendió muchísimo:

–Pero, ¿seguiste mis consejos?

Con los ojos fijos en el suelo, el muchacho respondió:

–Bueno, la verdad es que no los seguí. Pensé que sus métodos eran demasiado anticuados y acabé desarrollando, yo solo, una manera mejor de cazar zorros.

Publicidad

Descubrir el Amazonas
El jesuita Anthony Mello nos cuenta la historia de un hombre que, después de mucho vivir y mucho viajar, regresa a su pueblo. Reunió a los amigos y comenzó a discurrir sobre las maravillas del Amazonas.

Todos se entusiasmaron, y el explorador les dejó un mapa, sugiriéndoles que visitaran el lugar.

Años después, volvió a su tierra y vio el mapa enmarcado en el ayuntamiento. Un funcionario le dijo:

–Esto es el Amazonas.
–No, ¡esto es un mapa del Amazonas! ¿Acaso no fueron a visitarlo?
–¿Para qué? -respondió el funcionario-. Ya estamos viejos y nos sabemos de memoria cada río, cada montaña, cada cascada. ¿Para qué perder el tiempo yendo hasta allí?

Todavía puedes crecer
Del libro de notas de Walt Whitman (1819-1892):
Mi alma crecerá siempre, pero, aun así,
Nunca llegará hasta un lugar
Adonde yo no pueda seguirla.
Cuando de noche me despierto y camino por la playa,
Cuando miro hacia arriba
Y contemplo la infinidad de las estrellas,
Le pregunto a mi alma:
“Cuando yo muera, y tú estés allá en lo alto y puedas estar presente en todo este Universo, ¿estarás satisfecha?”
Y mi alma responde:

“Cuando llegue allá, sabré que puedo crecer aún más”.