Recordamos que en esta fecha  se conmemora el Día Mundial del Saludo, establecido  hace 32 años para mantener en vigencia e  impulsar de distintas maneras el cultivo de aquella regla de cortesía y convivencia que lamentablemente se pierde  entre familiares, amigos y miembros de la comunidad.

Los hermanos norteamericanos Brian y Michael McCormak, estadounidenses, formaron parte del grupo de decididos y entusiastas difusores de las primeras jornadas destinadas a instituir la celebración que difunda con mayor énfasis el saludable hábito de saludar. Ante la  importancia de la propuesta, inmediatamente la acogieron educadores, políticos, intelectuales, religiosos, artistas  y figuras importantes de otras profesiones.

¿Qué es el saludo?

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Se lo define como la pronunciación de palabras o realización de gestos de cortesía al encontrar a una persona o al despedirse de ella; es, en definitiva, un signo de educación y muestra de respeto.

Según los orígenes  de los pueblos, el saludo puede interpretarse y ser de distintas maneras: de tipo afectivo (entre familiares y amigos), oficial (gobernantes y autoridades) y el necesario (cuando se visita un lugar desconocido y tenemos que saludar a quienes encontramos). En el campo militar el saludo se lo puede ofrecer con salvas, toques de instrumentos y desfiles.

Tampoco olvidemos que darse la mano en señal de saludo entre amigos o extraños, constituye una costumbre bastante antigua. Cuando se encontraban las personas extendían el brazo con la mano abierta en señal que no tenían arma alguna y que venían en son de paz.
Al pasar el tiempo la costumbre evolucionó, convirtiéndose en un gesto expresivo de alegría y gusto de conocer o saludar a una persona.

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Falta fomentarlo

Lamentablemente la costumbre está algo deteriorada y tiende a desaparecer, debido a la formación que tienen los niños y jóvenes en muchos hogares, la poca atención que dan  ciertos planteles al tema urbanidad, convivencia y valores, y los cambios que soportan las costumbres de los grupos humanos y la sociedad en general.

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Sin embargo, en medio de este panorama un tanto desalentador hay que destacar que aquello no ocurre en los sectores rurales y campesinos de nuestro país, donde grandes y pequeños todavía  mantienen la arraigada y gratificante  costumbre de saludar al viajero o visitante que encuentran a su paso.

Con este último ejemplo procuremos entonces, que el saludo jamás desaparezca entre nosotros. Pongamos en práctica esta norma todos los días y el momento que sea necesario con los familiares, amigos y aun desconocidos, ya sea en nuestros hogares, lugares de estudio, trabajo y cualquier otro sitio en que la vida citadina nos ubique de manera temporal o permanente.

Sugerencias

Recordemos siempre que no saludar es un acto de mala educación y que mascullar el saludo es casi tan malo como no saludar. Entonces, tengamos presente hacerlo al subir al autobús o al taxi; ofrecerle el ¡buenos días! al conserje que abre la puerta para ingresar al lugar donde laboramos, y también al superior o compañero que encontramos en el camino.

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Si al saludar da la mano, hágalo con ánimo y una sonrisa franca. Jamás la niegue, pues este gesto es la esencia de la buena educación y de la consideración hacia los demás. Con razón se sostiene que “el  saludo está considerado como uno de los usos sociales por excelencia, presente en todas las culturas aunque bajo formas muy distintas” y “en el trabajo, saludar contribuye a humanizar el clima laboral”.

En la actualidad el sencillo pero efusivo apretón de manos y el leve palmoteo en la espalda ha sido sustituido entre los jóvenes por una serie de movimientos con los dedos de las manos antes del estrechón final (caso de los surfistas); asimismo, los clásicos vocativos ¡buenos días! ,  ¡buenas tardes! y ¡buenas noches!, han cambiado por ¡habla loco! , ¡qué hubo flaco!, ¡qué hay brother! ¡hola varón!, etcétera.

Salutación

Para saludarse los esquimales se frotan la nariz y los rusos se dan un breve beso en los labios.

Entre los latinoamericanos el saludo se reduce a un beso; en Francia, a dos besos alternos en cada mejilla.

Los japoneses no se dan la mano entre sí para saludarse, pero lo hacen con los extranjeros.

Los mismos franceses se saludan estrechando sus manos cada vez que se encuentran con un amigo, no importa con cuanta frecuencia se vean.