Martin E. Marty, profesor de la Universidad de Chicago, es uno de los principales teólogos e historiadores de religión en Estados Unidos. Recibió el Premio Nacional del Libro por El imperio del bien: la experiencia protestante en Estados Unidos. Habló días atrás con el editor de Global Viewpoint, Nathan Gardels.

Nathan Gardels: El 80% de los que votaron por George Bush dijeron que lo habían hecho por sus valores morales. Únicamente el 20% de los que votaron por Kerry contestaron lo mismo. Los votantes de once estados aprobaron referendos en contra de matrimonios homosexuales. La derecha religiosa organizada se acredita haber puesto a Bush de nuevo en la Casa Blanca. ¿Se ha abierto un “vacío de fe” en la política estadounidense?

Martin Marty: El “vacío de fe” existe y es bastante grande, pero con facilidad se lo exagera.
Ser un “nacido de nuevo” (identificación de fe religiosa que comparte George Bush) es una etiqueta cultural que no siempre refleja la profunda experiencia espiritual de los bautistas a la vieja usanza.

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El “vacío de fe” entre los estados republicanos y demócratas se mostró con mayor énfasis porque Karl Rove, estratega de Bush, fue un genio para unir a los estados republicanos del norte con los devotos de las iglesias del sur, explotando los temores al terrorismo y al matrimonio homosexual.

Aún así, tenemos razones para temer por el desarrollo de una teocracia en Estados Unidos, aquella que se expresaría en lemas como: “Nosotros contra ellos”, “el bien versus el mal”, “patriotas estadounidenses contra traidores”, “nuestras leyes son correctas, las suyas equivocadas”.

Gardels: Los fanáticos de la derecha religiosa que se manifiestan en contra del liberalismo seglar se parecen más a los yihadistas musulmanes, enemigos de Estados Unidos, que a nuestros amigos europeos, de quienes heredamos la Ilustración. Ellos también están librando una guerra santa, una yihad estadounidense.

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Marty: Sectores religiosos en Estados Unidos creen que el enemigo no solo es el yihadista sino también el “seglar liberal”. Al oponerse a lo que consideran una modernidad corrosiva, la gente le da la espalda también a todos los que no son iguales. Se sienten muy cómodos con la ciencia y la tecnología, pero se  oponen a los resultados de la ciencia cuando perciben que contradicen la palabra de Dios como ellos la interpretan.

Como los yihadistas, la derecha religiosa en Estados Unidos considera la modernidad como un mal. En su perspectiva, las señales de la televisión contradicen la autoridad paterna, el pluralismo reduce las posibilidades de fe religiosa en las aulas, y el relativismo asalta valores sólidos.

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En sus mentes, Dios pretendió que los estadounidenses fueran personas especiales, una nación santa. Pero aquí están, avasallados por la indisciplina tolerante de las escuelas públicas donde se enseña la teoría de la evolución, la cultura de Hollywood y la promiscuidad de MTV.

Gardels: Al rechazar la tesis de Sam Huntington sobre un “choque de civilizaciones” se habló mucho del choque “dentro del islam”. ¿Ahora deberemos hablar de un choque dentro de la civilización occidental?

Marty: Sí, son luchas que tienen que ver con el “sexo” y la “autoridad”. Pero los que proclaman “valores conservadores” defienden la línea donde saben que pueden hacerlo: en contra del aborto y el matrimonio homosexual. Pero donde no pueden porque los creyentes ya no adhieren a ciertos estándares, entonces se ven forzados a aceptar el cambio. Esto es muy cierto con relación al divorcio. Ya no se agitan tampoco por la ingestión de alcohol. Se resisten donde pueden y se adaptan donde no pueden.

Gardels: Pudiera ser que los avances científicos como la clonación acaben resucitando la imaginación religiosa, porque todas las antiguas cuestiones del origen y el destino están de nuevo sobre la mesa.

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Marty: Están ocurriendo cosas emocionantes en todas las fronteras entre la religión y la ciencia, desde investigaciones sobre el cerebro y la conciencia hasta la genética y la ética.
Por estas razones, sería tonto y erróneo decir que toda la gente religiosa o de derecha está unida en un campo formidable teocrático. La realidad es más compleja, una nueva síntesis comienza ya a emerger.

La sociedad donde habita la mayoría de estadounidenses no es ni religiosa ni seglar, sino una mezcla. Soy cristiano, pero siempre pienso secularmente. Si estoy enfermo, no quiero una cirugía cerebral mormona. No quiero una transfusión de sangre bautista o una luterana.
Simplemente quiero que se la haga correctamente. En el curso de la vida práctica mezclamos lo religioso con lo racional en todo lo que hacemos. Incluso como un creyente cristiano, una buena parte de mí sigue estando con la Ilustración. Cada vez que veo a alguien que sale del río Ganges con disentería, recuerdo mis compromisos seglares.