El gobierno del presidente George W. Bush, debe renovar el impulso por un acuerdo de libre comercio en América, con o sin Brasil y Argentina, dijo el martes el presidente de un importante grupo empresarial de Estados Unidos.
 
Tom Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, dijo a la prensa que Estados Unidos no debe permitir que la vacilación de las dos mayores economías de América del Sur obstaculice un pacto de libre comercio regional con el resto del hemisferio occidental.
 
"Al diablo con eso!", dijo Donohue a los reporteros sobre la perspectiva de que Brasil y Argentina paren un acuerdo. "Debemos seguir avanzando".
 
Estados Unidos y Brasil han sido los copresidentes de la última parte de las negociaciones para conformar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que fue propuesta por primera vez en 1994 y que incluiría a todos los países del hemisferio occidental, excepto Cuba.
 
Un alto funcionario de Comercio de Estados Unidos admitió recientemente que los dos países sudamericanos tienen ideas muy diferentes de las de Washington sobre cómo debe ser un pacto de libre comercio, incluso pese a que las negociaciones debían supuestamente haber concluido para el 1 de enero del 2005.
 
Tanto Brasil como Argentina han negociado por un acuerdo que no satisface los objetivos de Estados Unidos en las áreas de servicios, inversiones y protecciones a la propiedad intelectual y a las patentes.
 
Al mismo tiempo, Estados Unidos no ha estado dispuesto a recortar los subsidios que otorga a sus agricultores.
 
Donohue dijo que Brasil y Argentina probablemente no permanecerían fuera del acuerdo si Washington consigue alcanzar un pacto con el resto del continente.
 
"Pienso que si se hacen acuerdos con todos los demás, eso no duraría mucho", dijo, en relación a una falta de participación de Brasil y Argentina.
 
Para mantener la presión, dijo, el Congreso debería aprobar a principios del año próximo el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y cinco países de América Central, cuya negociación ya está concluida.
 
Ese acuerdo enfrenta una férrea oposición por parte de los sindicatos estadounidenses y de muchos miembros demócratas del Congreso.