En nuestra sociedad, y ante la permanente decepción que nuestro pueblo siente por la falta de liderazgos que constituyan ejemplo y no vergüenza, los futbolistas se han convertido en referentes, que con sus actos, omisiones o faltas dan en igual medida alegrías o tristezas.

Por eso, lo que hacen o dejan de hacer tiene una mayor trascendencia.

De algunos meses para acá se han dado varios hechos, seleccionados nacionales que no pueden salir del país por tener órdenes de arraigo por juicios de alimentos; otro acusado de ofender la honra de una menor; otro con dopaje; otro detenido por pasarse una luz roja con un informe de la Comisión de Transito de haber ingerido licor, etcétera.

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Todos esos hechos irresponsables e injustificados han tenido como respuesta una actitud permisiva, solapadora y blanda de ciertos dirigentes y periodistas. Se han visto absurdos, como arreglar económicamente con la familia de la menor víctima, donde un sector del periodismo casi la convierte en victimaria.

En otro caso, son dirigentes los que se encargan de arreglarles el problema de alimentos para que puedan salir del país aceptando prácticamente el chantaje de los futbolistas.

Los periodistas, no todos felizmente, dudan de la veracidad y seriedad de la Confederación Sudamericana de Fútbol en el tema del dopaje, y otros le encuentran más de un justificativo a circular por las calles de la ciudad en la madrugada, a tres días de un partido importante que hubo para los intereses del club que dicho jugador representa.

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Así como nuestro fútbol necesita, para lograr éxitos, de futbolistas responsables y disciplinados, necesitamos de dirigentes serios, enérgicos y de una prensa que diga las cosas por su nombre, en sintonía con la opinión popular que critica duramente estas penosas situaciones.

Rafael Compte Guerrero
Guayaquil