Es la primera vez que les digo “hasta luego”, después de guerrear como francotirador desde esta trinchera durante veinte años, para comparecer en otro frente de lucha más efectivo y vulnerable: el Ministerio de Gobierno y Policía. Es secundario por qué tiempo y desdeño las peleas que tienen garantizada la victoria. La fuerza de mi pluma pudo ser aludida varias veces no obstante ser certera, pero los enemigos de la Patria, aquellos que han lucrado con los defectos orgánicos de un Estado adolescente y sus escasos recursos económicos, los promotores y usureros de este gran cementerio político en que el país ha devenido, cuyos próceres son los que se enriquecieron en la función pública, no podrán evitar mi impulso político que se desarrollará dentro de la ley. Me preguntan de qué puentes dispongo para congregar con un solo fin a las fuerzas dispersas, y les contesto que el puente soy yo.
Antes, entre 1979 y 1982, presidí la primera Comisión Fiscalizadora del nuevo régimen democrático y fui reelegido por 9 de los 11 partidos políticos entonces existentes. Así compruebo mi espíritu unificador y conciliador, que no contradice mi disposición al enfrentamiento transparente.

Acepté participar en la nueva pelea, sustituyendo la simple opinión por la acción; el palco cómodo, ilustrativo pero inmóvil, de la columna periodística que se ha materializado periódicamente en libros de recopilaciones, por la arena del coliseo político retumbante donde se desarrollan, simultáneamente, varios enfrentamientos cuerpo a cuerpo y donde podrá lograrse la rectificación de las leyes y la seguridad jurídica indispensables para sobrevivir, asediados por conflictivas fuerzas exteriores.

Fue insoportable permanecer inmóvil ante el accionar rumboso de líderes sin rumbo. Me había alejado, como muchos otros, de las urnas, por varios años, desalentado a consecuencia de la conformación del tribunal electoral y el descontrol descarado del gasto electoral, que impuso por décadas competencias desleales.

Acepté la invitación del Presidente de la República, formulada después de que fracasaron sus dos alianzas.

Sí. Sí es posible hacer lo que hay que hacer, y más vale tarde que nunca.

Por veinte años he impreso los verbos. Ahora, en el Ministerio de Gobierno, voy a ponerlos en movimiento, al servicio de la nación.

Hasta luego, y muchas gracias por su atención.