La Asunción de la Virgen María

María en el Cielo continúa su misión de Madre

1.– El mensaje de la Palabra de Dios

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La destrucción de Jerusalén es el fin de una etapa de la historia salvífica, pero no es el signo de la llegada del fin de los tiempos.
El objetivo de este discurso no es descubrir los acontecimientos del final de los tiempos, sino animar a los creyentes de su comunidad a ser fieles al seguimiento de Cristo en medio de las pruebas y dificultades que les rodean: es una invitación a vivir el presente, a la luz de la resurrección.

2.– ¿Qué compromiso nos pide el Señor?

Desafiar las dificultades de la vida convencidos de que venceremos, porque Cristo vencedor es el Señor de la historia.

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Frente al miedo al futuro, Cristo no nos da soluciones hechas, nos invita a arriesgarnos apoyados en él: a afrontar la vida con una actitud contraria al desánimo, al miedo y a la infidelidad.

En el fondo, este discurso escatológico es una llamada a perseverar hasta el fin.

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En el transcurso de su vida, cada cristiano experimenta las señales a las que Jesús se refirió. El discurso de Jesús tiene plena actualidad en la vida de cada persona. Sus promesas son para mí: a mí se me exige hoy perseverancia y fidelidad.

La perseverancia cristiana no consiste en no decaer, en no dudar, en no fallar, sino en volver a empezar cada día, después de cada crisis, después de cada caída.

La clave de la liberación no está en recorrer un camino difícil, siempre en ascenso, sino en la perseverancia.

A eso nos llama el Evangelio de hoy, llenándonos de esperanza por la victoria de Cristo y porque él mismo es nuestro guía y nuestro compañero.

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