Los alumnos peligran cuando se desprenden trozos de ladrillo, según las autoridades del plantel.

Paredes cuarteadas donde el agua se filtra a las aulas, un piso endeble y total deterioro de la cubierta es lo que presenta la estructura de la escuela fiscal Rafael María Mendoza,  situada en el centro de la ciudad y donde se educan 550 alumnos.

Inaugurada como “escuela modelo” el 20 de abril de 1955, el edificio central y las aulas con que se inició el plantel, actualmente están a punto de colapsar: las cubiertas y paredes presentan filtraciones de agua y  cuando los profesores o estudiantes caminan en la planta alta, se puede sentir la falta de un soporte en el piso, a pesar de que está construido con hormigón.

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El director del plantel, Jimmy Calle, asegura que en ocasiones ha solicitado al Municipio, al Consejo Provincial, a Corpecuador y a la Dirección Nacional de Servicios Educativos (Dinse) que se construya un nuevo edificio, pero su pedido no tiene respuesta.

Señala que hace tres años, el alcalde Alberto Lara aprobó un Plan de Pequeñas Obras (PPO) para la escuela que consistía en aulas prefabricadas, pero esto no se cumplió; también, el prefecto Humberto Guillem  se comprometió a realizar la obra, siempre que gane las elecciones seccionales, pero perdió los comicios.

“A través del Dinse conseguimos una partida para que se construyan tres nuevas aulas, pero el Ministerio de Finanzas no transfiere los recursos”, señala Calle mientras recorre varias de  las aulas en las cuales se pueden observar manchas de agua lluvia, las bancas deterioradas y paredes que en cualquier momento se pueden caer por su inestabilidad. En cada aula reciben clases como promedio 40 alumnos.

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En el edificio de la escuela, ubicado en las calles Francisco Pacheco entre Diez de Agosto y García Moreno, funcionan además las facultades de Leyes y Educación de la Universidad San Gregorio de Portoviejo, mientras que los sábados ocupan el local estudiantes y profesores del colegio a distancia Manabí.

Emergencia

El director y los 28 docentes del plantel señalan que las autoridades educativas de Manabí deben declarar a la escuela en emergencia para que se puedan atender los problemas que esta tiene en su infraestructura física y en el aspecto sanitario.

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Rosario de Gaybor, maestra de séptimo grado, afirma que la cubierta del aula donde dicta clases, presenta un total deterioro y si el invierno se  presenta en diciembre cuando están a punto de culminar las clases, el agua se filtrará y perjudicará los alumnos.

“Esto ya es antipedagógico porque se atenta contra los derechos de la niñez y adolescencia, aquí no se puede trabajar bien, y es por eso en que todos estamos de acuerdo con que se requiere de un nuevo edificio”, señaló.