Una misión de científicos  franceses, ecuatorianos, brasileños y peruanos descubrió sedimentos desde la cordillera de los Andes hasta Iquitos. Ellos sostienen que en esa época había un mar que desapareció y que sería el principal factor que provocó la biodiversidad.

Tras dos semanas de navegar el Río Negro, entre Ecuador  y la Amazonia peruana, una expedición científica internacional –conducida por el Instituto de Investigación para el  Desarrollo de Francia (IRD) e integrada por franceses, peruanos, ecuatorianos y  brasileños– descubrió restos de tiburones y barracudas, mezclados con perezosos (mamíferos), últimos testigos de un mar desaparecido hace más de diez millones de años.

Los investigadores atravesaron durante dos semanas la Amazonia ecuatoriana y peruana, remontando 1.200 kilómetros del río Napo, un afluente del Amazonas.

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El río Napo se origina en los Andes, la segunda cadena montañosa más grande  del mundo, y drena una cuenca de 110.000 kilómetros cuadrados que recibe sedimentos de montañas.

“Encontramos sedimentos de 20 millones de años desde la cordillera de los  Andes hasta Iquitos” (noreste de Perú) (...) Se puede confirmar que en esa época había un mar que desapareció bajo el empuje de los Andes, ese  sería el principal factor que provocó la biodiversidad”, explica Patrice Baby, un geólogo del IRD en Lima (Perú).

“Algunos animales se transformaron”, agrega el paleontólogo Francois Pujos,  del Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA), al precisar que los  investigadores encontraron restos de dientes, trozos de vértebras, así como  partes de tortugas, de peces y de cocodrilos.

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También sacaron a la luz dientes de tiburón y de barracuda junto con una  garra de perezoso, casi todo en el mismo lugar y con una antigüedad de 10 a 20  millones de años.

“Es la primera vez que se encuentran garras de perezosos gigantes junto con  dientes de barracuda, nunca vi semejante cosa”, dice Patrice Baby. “Es un medio  de conservación fabuloso”, agrega.

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“Debe haber sido un mar poco profundo, de  unos veinte metros, que daba sobre un estuario y se conectaba al Caribe”, sostienen los investigadores franceses.

Los científicos están particularmente intrigados por una misteriosa  dentadura: dos bolas óseas en perfecto estado mechadas de dientes que no se  parecen a nada conocido. ¿Se trata de una nueva especie?

La expedición también descubrió en Perú, cerca de Iquitos (noreste), una  palmera que solo se encuentra en Ecuador y que alterna con otro tipo de  palmera. La hipótesis de los especialistas sería que los movimientos geológicos  pueden estar en el origen del reparto entre las especies de palmera.

José Darroze, geofísico de la Universidad de Toulouse, dijo que se está  midiendo la pendiente del río Napo vía satélite, a través de seis bases fijas  de GPS. “Con esos datos vamos a poder estudiar la morfología y la sinuosidad  del río”, señala.

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En Ecuador, otro grupo de expedicionarios franceses de la IRD y ecuatorianos elabora un modelo de funcionamiento de la cuenca amazónica, cuyo alcance es transformar a la zona en centro de desarrollo regional. El Ecuador tiene interés en unir comercialmente a Manta con la ciudad de Manaos, Brasil.

La misión forma parte del Programa Hidrología de la Cuenca Amazónica, que maneja el IRD.

En la última misión se encuentran científicos del Instituto Oceanográfico de la Armada del Ecuador (Inocar), que tiene interés en conocer con qué tipo de embarcaciones y en qué meses del año se puede navegar con más seguridad sobre el río.

La sedimentación es uno de los puntos que está en estudio, ya que se parte de que el Napo arroja en la cuenca amazónica unas 30 millones de toneladas de sedimento al año. En general, el Ecuador deposita entre el 8%  y el 10% de los sedimentos que llegan a la región en ese sector. La cifra es muy alta si se considera que nuestro país representa solo el 2% de la superficie de dicha cuenca.

El río Napo tiene una longitud en territorio ecuatoriano de 305 kilómetros. Nace por el sector de Salcedo, en Cotopaxi, y se une al Marañón, cerca de Iquitos, en el Perú. Hasta allí conserva su nombre.

Los dos ríos unidos dan nacimiento al Amazonas.