El 6 de enero del 2000, el destino del ex policía, Galo Yánez Segura, de 28 años, cambió para siempre. Se encontraba en Quinindé, cuando tuvo un altercado con el soldado del ejército, Johnny Corozo Arizala.

La disputa terminó con la muerte del soldado, por lo que Galo Yánez fue detenido y sentenciado a 16 años de reclusión mayor extraordinaria.

Yánez indicó que sus tres hijos quedaron bajo el cuidado de la madre, mientras que para él la situación lo mantenía preocupado pensando en que su futuro se había truncado.

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El recluso explicó que gracias a la ayuda del doctor Baldemar Sánchez, psicólogo del Centro de Reclusión de Varones de Esmeraldas, logró asimilar su realidad y aceptó que debía pagar su deuda con la sociedad.

Yánez perdió su trabajo como Policía Nacional, y dejó la institución en la que tenía apenas tres años y medio, a consecuencia del delito que cometió y por el cual fue condenado.

Este joven afirma que, a pesar de la adversidad y aun cuando pensaba que no tenía futuro, no se dejó doblegar, y cada día que transcurría pensaba en el porvenir de sus hijos.

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“Decidí estudiar, pedí ayuda a todos, inclusive al director de la cárcel, todos me ayudaron y así pude entrar a la Universidad Abierta de Loja, donde ahora curso el quinto ciclo de leyes en la facultad de Jurisprudencia de esta universidad”, dice con orgullo.

Los primeros en el país

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El caso de Galo Yánez no es aislado dentro de la cárcel de Esmeraldas. Allí también Marlon Arboleda Murillo, de 24 años, quien fue sentenciado a 12 años de prisión, por asesinato, se muestra orgulloso de estar cursando el segundo ciclo de Psicología, en la misma universidad en la que está su compañero.

Marlon Arboleda como Galo Yánez indicaron que la rehabilitación social depende de cada persona y que sobre ellos recae la responsabilidad de demostrarle al resto de detenidos en las cárceles del país, que sí es posible labrarse un futuro favorable en prisión, ya que en pocos años se convertirán en los primeros reclusos en obtener un título universitario estando en prisión.

“Si es que todo sale como lo hemos planificado, por primera vez en la historia de la Rehabilitación Social en Esmeraldas, y creo que a nivel nacional, vamos a tener un grado dentro de una celda”, destacó el director del penal, José Cevallos Álvarez.

Pese a que los directivos de la cárcel de Esmeraldas dan todas las facilidades a los internos para que estos se preparen, el mérito mayor lo tiene la Curia, a través del Obispo de Esmeraldas, monseñor Eugenio Arellano Fernández, quien otorgó una beca a ambos reclusos para cubrir los gastos que generan sus estudios universitarios.

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“Solamente en este ciclo, se ha pagado 560 dólares, yo no lo hubiese podido pagar, todo eso se lo debo al Monseñor, que es quien nos ha becado. Esto lo hago por mis hijos, por mi familia; yo sé que cuando salga de aquí podré ayudarlos”, sostuvo Yánez.