De los 272 internos que ocupan las instalaciones de la cárcel de Esmeraldas, 60 de ellos acuden a clases de lunes a viernes a una escuela y un colegio fiscal, que también funcionan dentro del centro carcelario.

Al centro educativo Mons. Enrique Bartolucci asisten los presos que no han terminado la primaria y aquellos que aspiran culminar el ciclo básico. “Estamos haciendo los trámites para que el colegio también sea de bachillerato”, señaló el director del centro, José Cevallos.

Los internos del Centro de Rehabilitación de Esmeraldas se encuentran con estricto régimen de rehabilitación, que incluye educación y técnicas de artes manuales que les permita  aprender una profesión lucrativa para que cuando salgan en libertad puedan tener alguna forma de subsistir, explicó Cevallos.

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Dentro de la cárcel hay granjas avícolas y agrícolas, talleres de cerrajería, carpintería, ebanistería, sastrería, una fábrica de ladrillos y también se elaboran artesanías. Los internos que trabajan en estos talleres, financian las obras con sus recursos y luego, con la venta de los artículos, ayudan a sus familiares que están afuera.

Los dos psicólogos, tres trabajadoras sociales, una educadora y una persona encargada del área de producción, buscan otras alternativas para evitar que los reclusos caigan en vicios. Para ello, crearon un centro vivencial terapéutico adonde asisten 40 reos adictos a las drogas y al alcohol que pronto saldrán libres.