La institucionalidad del país y el respeto al régimen constituido, son valores políticos y jurídicos apreciados en mayor escala a nivel internacional, que interno.
La estabilidad política requiere de una profunda concienciación, primero, individual, y luego, colectiva, para generar convicciones inalterables de que la democracia no admite otra forma de gobierno, que la originada en la participación ciudadana a través del voto; y que toda otra imposición aun disfrazada de conveniente, no refleja esa voluntad participativa del pueblo, única forma de legitimar la democracia.

La democracia debe significar la aceptación de los errores o aciertos por parte de la ciudadanía, de las virtudes o defectos de los gobernantes, porque con esas experiencias positivas o negativas se va robusteciendo el sistema democrático y diluyendo ideas de prematuros cambios de gobierno, que no alientan mayores esperanzas en la sociedad.

Si somos auténticos demócratas, hemos de vivir nuestro contexto humano y político afrontando sus falencias y superándolas con acciones conjuntas. Quien respeta la ley, respeta a la autoridad, y la autoridad es la primera obligada a cumplirla y coadyuvar a que en el país impere el derecho como única fórmula de convivencia racional y alternativa, para que todo ciudadano se sienta protegido frente a la transgresión de sus derechos.

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Dr. Patricio Bueno Martínez
Guayaquil