La Escuela Superior Politécnica del Litoral, estrechamente ligada al progreso y modernización de la empresa guayaquileña, el viernes 29 de octubre cumplió su cuadragésimo sexto aniversario de creación. A fuerza de trabajo y patriotismo en este breve lapso se convirtió en símbolo del saber, de la ciencia y tecnología de que dispone Guayaquil y en la institución emérita que impulsa su desarrollo científico y tecnológico.

En estos tiempos de cambios urbanos y sociales está presente la Espol, pues a la fecha hay por lo menos dos generaciones de especialistas en muchas ramas que, de una manera u otra, han sido o son parte de tales transformaciones. Ciudadanos moldeados por quienes creyeron que crear una politécnica era posible para la ciudad, y de cuya dedicación dejaron profunda huella en las aulas, para inspiración de los docentes que hoy forman a quienes, en número significativo, mantendrán el ritmo del progreso de nuestra ciudad. Fueron los visionarios que dieron el soplo de vida a la institución, trazaron su trayectoria para satisfacer una demanda empresarial urgida de un centro de educación superior vinculado con la economía, la generación de riqueza, empleo y producción.

Apostaron al desarrollo científico y técnico de la economía, de las empresas y al crecimiento económico del país y la presencia de la Espol posibilitó la vinculación del saber, la ciencia y la tecnología con la realidad económica del país. Son logros que la comunidad universitaria conoce y reconoce en ellos el rol e importancia estratégica que la institución tiene para el desarrollo socioeconómico de la ciudad y del país.

Guayaquil es testigo del esfuerzo y dedicación de los politécnicos para mejorar la capacidad productiva de la región. De su obra y propuesta se evidencia un cuerpo social vital creado por la guayaquileñidad, a fin de cuidar y mejorar, proyectar y emplear creativamente para beneficio de la sociedad, lo mejor de la ciencia y la tecnología. Por este aporte no solo la Espol es parte inseparable de la superación económica de Guayaquil, sino de la creación de riqueza y desarrollo económico presente en el país.

La Escuela Politécnica fue la única institución de educación superior de la ciudad y el país que se resistió al embate demagógico y destructor del populismo, que a pretexto de democratizar los estudios superiores suprimió los mecanismos de selección. Y mientras en otras universidades, el saber, la ciencia, la tecnología, la investigación y la formación profesional se encuentran seriamente debilitados, en los últimos 35 años que marcan su influencia en la ciudad, la vimos impertérrita ante la acometida de una horda populachera, estridente y corrupta. Al punto que ahora puede sostener orgullosamente que en 1969 defendió su derecho a seleccionar los aspirantes en función de conocimiento, valores y requisitos básicos.

No se reconoce ni valora este triunfo; ni la ciudad ni las universidades lo hacen. Hoy públicamente las invito a pagar la deuda, aunque sea tarde para el disfrute de quienes, al no permitir que la politiquería, la demagogia y el populismo destruyeran este organismo revitalizador y creador de fuerzas productivas, salvaron la universidad ecuatoriana, el futuro de Guayaquil, su derecho a tener una politécnica y protegieron el saber, la ciencia y la tecnología.