Vieja práctica aquella de que todos le caen a alguien encima. En política, también es usual.

Solo para referirnos a tiempos recientes, está el caso de “los que se subieron a la camioneta”, en febrero de 1997, contra Bucaram, cuando el Congreso lo destituyó, por insano mental, en una larga y comprometida resolución por la que votó desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, en que fuera de la expulsión de Bucaram, entonces también con el aplauso de la mayoría de la clase política y de sectores sociales, y la entrega de la Presidencia a Fabián Alarcón, todo lo demás quedó en el papel. Claro que Bucaram solo pudo ser sacado del poder porque además Estados Unidos lo permitió y las Fuerzas Armadas fueron complacientes. Con Mahuad no fue necesario el cargamontón, los militares tomaron la iniciativa desde el Comando de la Fuerza Terrestre, pero Gutiérrez pretendió rebasarlos con el apoyo indígena y de sectores sociales, pero al anochecer del 21 de enero cedió el poder al Jefe del Comando Conjunto, que con anuencia de Peter Romero, del Departamento de Estado estadounidense, lo entregó a Gustavo Noboa.

En el Congreso, en agosto del 2000, fuerzas políticas, excluyendo al PSC y a cercanos al gobierno de Noboa, resolvieron hacer cargamontón contra Xavier Neira y el PSC. Nada valió que el presidente Noboa, en los saludos de la sesión de la Municipalidad de Guayaquil, el 25 de julio del 2000, se dirija a Neira como el próximo presidente del Congreso. Como diputado, critiqué el sistema antidemocrático de elegir autoridades del Congreso, de primero y segundo bloque numeroso –ya lo había cuestionado en agosto de 1998– dizque para garantizar gobernabilidad legislativa. Luego, al presidente del Congreso, 2001, Hugo Quevedo, también se le hizo cargamontón, para enviarlo a su casa, con exclusión del PRE.

En estos días, tenemos otro cargamontón, esta vez contra Gutiérrez, se suman críticos de siempre, partidarios de la campaña del 2002 que se sienten traicionados y aliados implícitos que semanas atrás tomaron distancia. ¿Qué pensarán orgánicamente las FF.AA.? ¿Qué, el poder político externo?

Trapiche –volviendo bagazo al gobernante abandonado, por primero ser dadivoso y sometido– y cargamontón, signos de la época.