El argentino Marcelo Álvarez se considera un tenor de vocación tardía, que nunca pensó en llegar tan lejos cuando dejó un negocio de muebles para cantar ópera, un género que le ha llevado a los más prestigiosos escenarios del mundo.

“El destino me hizo abandonar a los 30 años la empresa familiar para dedicarme al bello canto”, dijo.

Cuenta que la idea fue de su mujer, en un momento en que se sentía insatisfecho con su profesión y contemplaba la idea de dedicarse a la música, un arte que había estudiado en el colegio.

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Con el apoyo de su esposa, y pese a que el resto de la familia consideraba “una locura” su intención de cambiar de profesión, Mauricio Álvarez comenzó a estudiar ópera en 1994.

Dos años después actuó en la Fenice de Venecia, mientras que la semana pasada lo hizo en la Metropolitan Opera de Nueva York. Su debut en ese lugar fue en 1998.

Allí interpretó a Rodolfo, un personaje en La Boheme, en una producción que cuenta con una espectacular escenografía.

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Su actuación en el Metropolitan, marcada por la pasión y la entrega, ha sido recibida con calurosos aplausos del público y una crítica favorable en la prensa.

Después del estreno, el diario The New York Times estimó que el tenor se ganó a la audiencia con sus “sólidas notas altas” y una interpretación “que unas veces era apasionada y otras melosa”.

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Pero no es solo la voz, que ha ganado profundidad y fuerza desde sus comienzos, lo que llama la atención de la crítica y el público. También destacan sus dotes interpretativas.

Para Álvarez, “cada función es mágica”, aunque la reacción del público depende en gran parte de la producción, y no es la misma en todas partes.

Describe como extrovertido al público de Estados Unidos, mientras que “en Italia y España son muy fríos, en parte porque temen una mala producción, incluso antes de que se alce el telón”.

El cantante cree haber roto esquemas, no solo porque su carrera comenzó a los 30 años, sino también porque venía de Córdoba.

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“Habitualmente los interesados en estudiar ópera en Argentina, lo hacen en Buenos Aires. Yo estudié en Córdoba y pasé directamente a Europa”, explicó el tenor, quien considera atípico haber llegado a los más prestiogiosos teatros del mundo, tras un inicio tardío.