El mundo seguirá hoy con expectativa las elecciones más reñidas en Estados Unidos, en donde más de  156 millones de ciudadanos inscritos en 50 estados decidirán el destino del país para los próximos cuatro años.

El mandatario republicano, George W.  Bush, y su rival demócrata, John Kerry, siguieron empatados en las encuestas difundidas ayer.

La elección presidencial estadounidense se realiza hoy y según cuatro de los últimos sondeos, ambos candidatos están igualados con el 49%, mientras que otros seis le otorgan una ínfima ventaja a Bush.

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El tercer aspirante a la Casa Blanca, el independiente Ralph Nader, tiene el 1% y el número de indecisos se ubica entre 2% y 7%.

Día crucial para Bush y Kerry

El presidente republicano George W. Bush y su rival demócrata John Kerry, virtualmente empatados en las encuestas, se enfrentan hoy por la Casa Blanca en una contienda considerada la más reñida en la historia de Estados Unidos y en la que unos 156 millones de ciudadanos inscritos en 50 estados decidirán el destino del país para los próximos cuatro años, bajo la mirada atenta del mundo que todavía recuerda los polémicos comicios que dieron el triunfo a los republicanos en la elección anterior.

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En el país las encuestas no logran separar a los dos candidatos al punto que cuatro sondeos de última hora coincidieron en que estaban frente a un “codo a codo”.

Los de American Research Group, Zogby y Washington Post daban un empate de 48 a 48, mientras Fox estimaba el 46 a 46%.

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Aunque algunas encuestas otorgan a Bush uno o dos punto de ventaja sobre Kerry, otras piensan lo contrario; y según analistas, si se considera el margen de error, se consolida el criterio de que hay un empate técnico y que serán los indecisos quienes definan la elección.

Bush, de 58 años, se juega la reelección o empacar sus cosas y regresar a Texas. El gobernante, quien alcanzó un máximo de popularidad del 80% a raíz de los atentados a las Torres Gemelas, hoy con una aceptación del 50% se somete al juicio de la historia y deberá redimir cuentas ante el pueblo estadounidense sobre su política exterior, a la sombra de una guerra en Medio Oriente que ha dejado más de 100 mil civiles muertos y que mantiene a 130.000 soldados norteamericanos en Iraq.

El presidente George Bush ha hecho de la política antiterrorista su principal frente de acción a lo largo de su gobierno y acusa a John Kerry de ser débil y contradictorio en sus discursos.

El Mandatario repite hasta la saciedad que “mi adversario no está preparado ni capacitado para ser el comandante en jefe”.

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Kerry, de 60 años, senador por el estado de Massachusetts desde hace 20 años y convertido en el mayor crítico de la gestión actual, promete un “nuevo comienzo” para Estados Unidos.

El candidato demócrata ha arremetido con todo contra Bush al que lo considera negligente por romper con las alianzas tradicionales y fracasar en Iraq, que es centro de violencia; en la lucha antiterrorista, con Ben Laden aún sin ser capturado; y en la economía, con disminución de empleos y un déficit en las arcas fiscales que contrasta con el gran superávit que recibió de Clinton.

La participación ciudadana es una sorpresa en los comicios y todo hace prever que el 51% registrado en el 2000 será ampliamente superado si se confirma la tendencia de las largas filas observada en la modalidad del voto anticipado, habilitado desde el 18 de octubre en 26 estados.

En la Florida, observadores y medios de comunicación reaccionaron ayer atónicos ante el auge de ciudadanos en los centros de votación adelantada del condado Miami Dade y ante la campaña proselitista que libraban en las calles adeptos de ambos candidatos, mediante caravanas, pancartas y bocinas.

El codiciado voto hispano, representado por siete millones de personas, se espera juegue un rol decisivo en algunos estados como Arizona, Colorado, Florida, Nevada y Nuevo México.

Las encuestas creen que entre los votantes latinos Kerry tiene amplia ventaja sobre Bush, básicamente por la influencia que ejercen sobre ellos hispanos no votantes que buscan a toda costa obtener una amnistía ofrecida por Kerry y que les permitiría conseguir la ansiada residencia y a la larga la ciudadanía estadounidense.

Por ello, los  republicanos y demócratas invirtieron este año  más de doce millones de dólares en la campaña dirigida a la comunidad hispana para seducir ese codiciado electorado, superando los tres millones del precedente récord que se estableció  hace cuatro años.