Los amigos que se reúnen para hacer la música que les gusta escuchar podrían convertirse en personajes de la farándula muy pronto. Conseguir los instrumentos y coordinar los ensayos puede ser difícil, pero vale la pena, según sus comentarios.

Algunos grupos musicales se forman por casualidades de la vida. Como cuando  conoces a alguien que sabe tocar un instrumento y, de repente, ya están definiendo horarios para ensayar. Así empezaron muchos famosos y los que no lo son tanto. Aminowana, Pukarana y Bichos Raros, tres grupos juveniles que se han iniciado en la música, nos contaron su historia.

Los chicos de Aminowana, Jorge Gutiérrez, Rudy Andrade, y   Christian y Karol Velásquez, no podían costear sus instrumentos cuando empezaron a ensayar, hace tres años. “Prestábamos la guitarra, la batería, y teníamos que traerlos y llevarlos en bicicleta”, recuerda Christian, de 22 años.

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Su mamá, Patricia Andrade –quien al principio se oponía a que tocaran en su casa–, terminó comprando todos los instrumentos. “Empezamos a sacar canciones de Maná, Rabanes, Elefante, La Mosca y La Ley, y nos dimos cuenta de que nos salía bien”.

Dos años atrás, cuenta Jorge Gutiérrez, el vocalista de 24 años, se les presentó la oportunidad de hacer su debut en el colegio Maharishi. “No teníamos nombre”, recuerda. Y en una farra en la víspera de la presentación, un amigo común contó un chiste sobre unos misioneros norteamericanos que habían atrapado a unos nativos de la selva que le decían “I me no wanna”. Entonces decidieron bautizar al grupo como Aminowana.

Ellos ensayan cuando tienen tiempo. “Suena improvisado, pero siempre hay espacio para hacer lo que les gusta”, dicen el guitarrista Rudy Andrade, de 23 años, y el bajista Karol Velásquez, de 19.

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“Me encanta hacer música. Si pudiera vivir de esto, lo haría las 24 horas del día”, acota Rudy. Christian, quien no deja de mover las manos como si su batería estuviera frente a él, cuenta que  la música lo atrapó desde “muy pelado. Le pedí a mi mamá una batería desde los 10 años”.

Sin poses de famosos, los chicos de Aminowana afirmaron que lo que saben de música no lo estudiaron en conservatorios. Rudy dio un consejo: “Se aprende a tocar yendo a conciertos en vivo, ensayando y ensayando”.

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La historia de los Bichos Raros comenzó cuando Carlos Pazmiño le dijo –en un juego de fútbol, el año pasado– a Antonio Márquez que estaba aprendiendo a tocar batería. Antonio le contó que estaba aprendiendo a tocar bajo. “Pensamos que sería bueno reunirnos”, cuenta Carlos, de 21 años.

“Yo tenía solo una guitarra de palo... aprendí con un bajo prestado. Carlos tenía su batería. Luego me regalaron un bajo con amplificador por mi cumple y comenzamos a ensayar con amplificación”, refiere.

A la hora de buscar un vocalista, ambos pensaron en Kevin Moreira, de 20 años.
“En la universidad, siempre andaba cantando”. Antonio y Carlos habían ensayado solo Tabaco y Channel, de Bacilos.  Con la ayuda de otro de sus amigos, Luis, sacaron Me tienes, me puedes, me dueles, de Verde 70.

Luego, Luis Álvarez, el guitarrista de 23 años que los apoyó en ese ensayo, se aprendió algunos temas.  Otro amigo, Víctor Ramírez, les dijo a los muchachos que sabía tocar guitarra.

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“Teníamos al baterista con su batería, al bajista con mi bajo y mi amplificador, a Luis y a Víctor con sus guitarras, y al vocalista. Ensayábamos pasando un día y rotando de casa en casa. Una vez tocamos en una farra y la gente empezó a pedirnos que nos buscáramos un  nombre y, como era la primera vez que lo hacíamos ante un público, nos miraron como bichos raros...”, cuenta Gustavo, a manera de anécdota.

“Copia, piratea, difunde”, es la arenga que se lee en el primer disco de Pukarana, una banda punk formada por dos chicos y dos chicas. El CD de seis canciones, covers e inéditas, se lo sacó para dar a conocer al grupo.

“A nosotros no nos importa ganar dinero, sino que se conozca nuestra música, por eso le decimos a la gente que puede hacer lo que quiera con nuestro disco, es para divertirse”, remarca Elizabeth Coronel, de 20 años.

Su hermana Catalina, de 19, es la bajista de Pukarana. Sus amigos Roy y Tulo, de 22 y 29 años, tocan la batería y la guitarra, respectivamente. Elizabeth es la vocalista del grupo.

“Nosotros no tenemos instrumentos. Empezamos en febrero pasado y hemos estado ensayando dos veces al mes –si no hay presentación– o tres veces por semana –si hay– en la sala de ensayos Prometeo, en Durán, o donde un amigo, que tiene una sala de ensayo también. Lo hacemos porque nos gusta”, acota.

Luis Caputti, vocalista de Los Intrépidos, coincide con esa afirmación. Ellos, los creadores  de las famosas  Playa azul y Soltero, también empezaron practicando en las casas hace doce años. “Nosotros ensayábamos en la sala de mi casa hasta que nos botaron de allí mi mamá y los vecinos. Luego nos conseguimos una bodega  que fuimos arreglando. Diego (Crespo), Miguel (Cabrera), Jorge Luis (Bohórquez) y yo estuvimos de casa en casa con nuestra música”, relata entre risas.

Luis cuenta que eran, al principio, un desastre. Tanto que su papá les decía “Los Independientes” (en lugar de Los Intrépidos), porque según él cada uno tocaba por su lado. Y ahora les desea suerte a los que empiezan:  “Si creen que tienen talento y algo que decirle a la gente, sigan adelante”.