Vino a presentar su libro de poemas Las cartas eróticas de ETN, que escribió en forma de epístola.

Con sus 70 años de edad y sus cuatro décadas de nostalgia, la poeta Nieves Rodríguez Gómez retornó a Guayaquil. A la ciudad que la acogió cuando aún no cumplía los 30, al principio de la década del sesenta; que fue hogar, por un año, para ella, su esposo y sus hijos, y que luego llevó en la memoria como el lugar al que debía regresar algún día, para pisar sus calles nuevamente, abrazar a los amigos (Miguel Donoso Pareja, Ketty Romo Leroux, Jaime Galarza, Olga Mora Maza y sus hijos Jefferson y Constantino Quevedo Mora, entre otros) o hacer nuevas amistades.

Llegó el pasado 5 de octubre. La trajo el pretexto de presentar uno de sus libros, Las cartas eróticas de ETN, que algunos de los amigos de juventud le editaron en esta ciudad y del cual hicieron una tirada de 300 ejemplares. La ceremonia de bautizo de la obra se desarrolló hace dos semanas y para darla a conocer en otras ciudades, posteriormente inició un periplo por las provincias de Manabí, El Oro y Esmeraldas.

Publicidad

La poeta recuerda su primera estancia en Guayaquil como una época feliz, pese a que ella y su familia tuvieron que irse del país, según refiere, por problemas políticos que surgieron durante la presidencia del doctor José María Velasco Ibarra. Su esposo, Adolfo Martí, era el cónsul de Cuba.

Rememora la efervescencia de los jóvenes ecuatorianos, la solidaridad con la isla caribeña, la adhesión a las ideas revolucionarias, la actividad intelectual. Todos esos detalles, manifiesta, los llevó con ella y también un poema que escribió a este suelo, casi al marcharse, y que luego perdió. Se titulaba Canto necesario para un adiós al Ecuador.

Pero extraviar el original no fue el fin del poema. Una amiga de Guayaquil, Olga Mora Maza, quien fue la profesora de sus niños, guardaba una copia y al cabo de muchos años se la hizo llegar a La Habana con Jefferson Quevedo Mora, uno de los hijos de la maestra, quien viajó a la capital cubana.

Publicidad

 “Eso fue extraordinario, porque significó un reencuentro con esa parte de mi vida literaria que había perdido”, refiere Rodríguez. La recibió como otro signo de que debía regresar, para chuparse hasta el último fragmento del paisaje, como dice en uno de sus versos. Y está aquí, con la alegría del regreso, con esos momentos que la estremecen y, asimismo, con la fuerte tristeza de las ausencias.

Su esposo, Adolfo Martí, también poeta, ya murió. “Esa es la espina que traigo clavada en medio de tanto regocijo”, señala. Sus seis hijos son adultos. Uno de ellos, Carlos Martí Bremen, es presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Los demás se desempeñan en diversos campos. “Tuve un hijo que parí y los otros que me regaló la vida sin haberlos parido”, anota. Cinco son fruto del primer matrimonio de su esposo, pero crecieron con ella.

Publicidad

Nuevo libro

De Las cartas eróticas de ETN dice que es un libro que escribió hace siete años en forma de epístola, pero en realidad es un poemario. Contiene versos a Chabuca Granda, Fito Páez, Violeta Parra. Poemas a Dios, a la tristeza, al amor.

“He tenido el privilegio de que los amigos ecuatorianos hayan hecho posible publicarlo”, cuenta Rodríguez, con la magia de sus 70 años bien disimulados.

No es su único libro. Tiene títulos como Días de naipes, De la luz y otras provocaciones y El libro de los pecesitos. Pero Las cartas eróticas de ETN es el que promociona en el Ecuador.

Publicidad