El bullicio de los niños de diversas escuelas ambientaba ayer la parte exterior del museo Nahim Isaías.

Sentados -o parados- esperaban ingresar al centro cultural.  Ellos creían que verían una exposición de arte, pero no fue así.  La condición para ingresar a la I Bienal de Arte No Visual   ‘Contraseñas invisibles’ del Municipio era entrar con los ojos vendados para que el público experimentara lo que vive un no vidente. 

Los estudiantes debían sentir, escuchar y oler cada una de las catorce obras que se expondrán hasta mañana, desde las 09h00 hasta las 19h00. La entrada es gratuita.

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Miguel y Joel Villegas, de la escuela República de Libia, se colocaron las vendas,  ingresaron a la sala de exposición y caminaron con la ayuda de la guía Rosa de la Paz. 

Sus manos se posaron sobre una cuerda que los llevaría a la obra titulada Olorganillo, de Marcos Bustos y Juliana Vega,  que se convirtió en triunfadora de la Bienal.  El segundo puesto fue para El templo de la vagina, de Isabel Intriago, y el tercero para  Paisaje, de Angélica Alomoto.

Los niños palparon las texturas que el Olorganillo tenía. Había madera, yute, cartón y aluminio. Luego, el sentido del olfato tomó la posta. Percibieron aromas dulces y amargos, aunque Miguel, de 7 años, involucró a su padre: “Huele rico, huele a perfume de hombre, como el de mi papá”.

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La caminata continuaba. Lalin Changkuon se unió a ella y en media hora experimentó lo que vive un ciego. “Siento mucha desesperación, todo está oscuro, es horrible depender de alguien. Me siento completamente inútil”.

Sin embargo, ella continuó su recorrido y llegó al Templo de la vagina. “Hola, me llamo Isabel, usted ha ingresado al Templo de la vagina, dice la autora de la obra mientras toma las manos de los visitantes, entre ellas a Lalin.

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El olor a rosa invade al  ‘Templo’ que tiene forma de útero y está cubierto por una fina tela blanca. Sobre el piso hay cientos de pétalos y a los costados objetos, como collares, peluches, toallas sanitarias, que las mujeres utilizan -o han utilizado- en alguna etapa de su vida. Pero eso no es todo. Lo más importante son las voces de mujeres maltratadas que se escuchan adentro.

Y es eso lo que quiere denunciar Isabel:  la sociedad machista en la que se vive. “Quiero hacer reflexionar a la mujer que no debe permitir que la golpeen. Que ella es la matriz generadora de un futuro cambio”.