Los negociadores de Ecuador, Perú y Colombia consideran que una posible reelección del actual presidente de EE.UU., George W. Bush, permitirá cumplir los plazos autoimpuestos para la negociación del acuerdo. Según la planificación de los cuatro países, el TLC debe estar listo en siete rondas. La primera se realizó en mayo y la quinta en esta semana, en Guayaquil.

“En caso de que llegara Bush, evidentemente vamos a ver una intención de que (la negociación) termine lo más pronto”, afirmó Mauricio Pinto, empresario y negociador del equipo ecuatoriano. “Es mejor tener un tratado bien estructurado que terminar uno con problemas”. Agregó que podría haber más rondas si Bush no consigue la reelección.

El equipo oficial de cada uno de los países insiste en acelerar los acuerdos y definir un texto previo durante la ronda de Guayaquil, con el fin de dejar las disputas más complejas –como los subsidios que EE.UU. entrega a sus sectores productivos para mejorar su competitividad– para las dos rondas finales, que serían en EE.UU. Para la sexta se ha definido como sede a Arizona. Mientras tanto, los textos importantes se mantienen en corchetes; es decir, como preliminares, no definitivos.

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Richard Moss, director de la Comunidad Andina, se muestra partidario de la política de Bush, de abrir mercados con los países emergentes en el menor tiempo posible. Chile tardó en sus negociaciones diez años y México, cerca de cinco. Moss indicó que la conformación de bloques económicos impulsaría el comercio. “¿Qué pasaría con Ecuador si toda la franja del Pacífico firma un acuerdo con EE.UU.?”, se pregunta Moss.

Rodrigo Collahuazo, dirigente campesino que participa en el “cuarto adjunto (no oficial, pero con acceso a información)”, considera que la permanencia de Bush obligará a acelerar el TLC, pues afirma que es una estrategia para ganar espacio en la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca). La propuesta del Alca fue hecha por EE.UU. en 1994 y plantea una zona de integración comercial entre 34 países de América (la excepción es Cuba) a partir del 2006.

Los colombianos reconocen que su país tiene buenas relaciones con Bush y que eso podría beneficiar las negociaciones. “El orden político colombiano centrado en el manejo del conflicto interno de la guerrilla por el presidente Álvaro Uribe hace prever una gran apertura de EE.UU., según la política de ayuda internacional de la Casa Blanca”, dice un documento del sector privado ecuatoriano. Para los andinos es un respaldo implícito a todos los involucrados en el acuerdo.

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