Trabajadores de emergencia trataban de llevar ayer alimentos y frazadas a los sobrevivientes de una serie de sismos en el norte de Japón, mientras temblores secundarios suscitaban temores de mayor caos en la zona.

El terremoto del sábado pasado, de 6,8 grados en la escala de Richter, mató a 25 personas y obligó a unas 100.000 a abandonar sus casas.